Un nuevo escándalo sanitario sacude el ya colapsado sistema de salud cubano. Esta vez, las alarmas suenan desde el Hospital Provincial “Gustavo Aldereguía Lima” en Cienfuegos, uno de los principales centros hospitalarios del centro-sur del país. Lo que debiera ser un espacio para la sanación y el cuidado, se ha convertido en una amenaza directa a la vida: sangre contaminada escurre por los techos, cae desde lámparas y estructuras eléctricas deterioradas, salpicando a pacientes vulnerables y al personal médico.
La denuncia, confirmada por múltiples fuentes dentro del hospital y compartida en redes sociales, revela una escena digna de una película de horror, pero que en Cuba es la cruda realidad: niños, embarazadas, ancianos y personas recién operadas han sido literalmente bañados por sangre proveniente de los quirófanos superiores, producto de tupiciones, filtraciones y un sistema de drenaje completamente colapsado.
A esto se suma la oxidación de las redes eléctricas, que convierte cada gota de fluido en un riesgo potencial de electrocución o de brote infeccioso incontrolable.
Lejos de recibir respuestas, el personal médico ha sido obligado a continuar sus labores, a pesar del riesgo biológico evidente. Médicos, enfermeros y técnicos trabajan con medios precarios, sin garantías mínimas de seguridad, mientras las autoridades sanitarias provinciales guardan un silencio sepulcral.
El “Gustavo Aldereguía Lima” no es un hospital cualquiera: es el principal centro de referencia en la provincia de Cienfuegos, y uno de los que supuestamente forman parte del orgullo del sistema de salud cubano, al que el régimen sigue presentando al mundo como una “potencia médica”. Sin embargo, la situación actual desmiente rotundamente ese discurso oficialista.
Lo que sucede entre esas paredes es el reflejo de un sistema en ruinas, donde la salud pública ha dejado de ser un derecho garantizado para convertirse en una lotería mortal.
Este no es un caso aislado, sino el símbolo sangriento de una red hospitalaria devastada por décadas de abandono, corrupción, burocracia y propaganda. La falta de mantenimiento, la escasez de insumos básicos, la saturación del personal sanitario y la total falta de transparencia institucional han creado un cóctel letal que pone en peligro a miles de cubanos.
La pregunta es inevitable: ¿dónde están los responsables? ¿Cómo puede explicarse que en pleno 2025, un hospital en funcionamiento tenga sangre contaminada cayendo sobre sus pacientes? ¿Hasta cuándo va a seguir el gobierno cubano jugando con la vida de su pueblo?
Desde Cienfuegos nos llega este grito de auxilio, esta alerta urgente que no puede ser ignorada ni relativizada. Es momento de que el mundo abra los ojos: en Cuba, los hospitales ya no curan… infectan.
¡Basta de silencio, basta de impunidad! La vida del pueblo cubano no es descartable.
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