La Habana sigue mostrando su peor imagen desbordada por montículos de basura que se multiplican en las calles, solares y entradas de los repartos. La falta de camiones de recogida, la ausencia de personal suficiente y el déficit de contenedores instalados han transformado puntos urbanos en pequeños vertederos informales.
El vertedero ubicado en Águila y Virtudes, en el corazón de la ciudad, es un ejemplo visible: allí confluyen desechos domésticos, escombros y restos comerciales que se acumulan porque simplemente no hay rutas regulares ni capacidad logística para procesarlos.
En el municipio Plaza, barrios céntricos ven basureros improvisados en esquinas; en Centro Habana la acumulación se agrava por la alta densidad poblacional; en Diez de Octubre y Cerro las calles laterales sirven de depósitos; en San Miguel del Padrón y Guanabacoa la recolección irregular obliga a vecinos a quemar o tirar la basura en terrenos baldíos; en Marianao y Boyeros las rutas planificadas se suspenden con frecuencia por averías de los camiones o falta de repuestos.
Playa y La Lisa suman vertederos en tramos periféricos y accesos a vías principales y Regla y Habana del Este muestran problemas en puntos cercanos a centros comerciales y mercados.
Las causas son múltiples y encadenadas: envejecimiento de la flota municipal sin inversión en renovación; escasez de piezas y combustible; reducción de plantillas laborales por jubilaciones y traslados; y una red de contenedores insuficiente para el crecimiento poblacional.
Al mismo tiempo, la falta de coordinación entre autoridades municipales y empresas de servicios impide respuestas rápidas; la población, desbordada, busca alternativas desesperadas que agravan el problema —quemas, vertidos ilegales, abandono en solares—, lo que genera riesgos sanitarios y ambientales.
El vertedero de Águila y Virtudes exhive una gran verdad: accesos colapsados por pilas de desechos, malos olores, proliferación de vectores y riesgo de taponamiento de alcantarillas en lluvias. Las lluvias pueden arrastrar residuos hacia canales y bahías, con impacto ambiental; además, la presencia de escombros y plásticos dificulta la compactación y disposición final adecuada.
Las soluciones urgentes pasan por medidas combinadas: reparación y compra de camiones, dotación de contenedores por reparto, contratación y formación de brigadas de recogida, campañas educativas sobre separación en origen y sanciones a vertidos ilegales.
También se requieren centros de transferencia y puntos limpios para residuos voluminosos. Sin acciones coordinadas, la capital seguirá respirando basura y pagando con salud pública y paisaje urbano el coste de la negligencia urgente. Los vecinos exigen soluciones ahora; la ciudad no aguanta.
Fuente: Saúl Manuel
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