El joven reguetonero Dany Ome sorprendió a sus seguidores esta semana con un gesto que generó aplausos y ternura en redes sociales. En su cuenta de Instagram, donde acumula cerca de medio millón de seguidores, compartió dos videos en los que cumple el sueño de dos fanáticos con síndrome de Down: Eduardo y Alberto, quienes anhelaban conocerlo en persona.
En las imágenes se le ve conversando animadamente con uno de ellos y entregando su gorra al otro como recuerdo. “En estos dos posts vine a conocer en persona a mis dos fanáticos más grandes”, escribió el intérprete de La ex, acompañado de una frase heredada de su abuela: “El que comparte alegría y felicidad tiene gloria eterna”.
La publicación recibió una avalancha de mensajes celebrando la humildad del artista. “Ese corazón tuyo es inmenso”, “Que Dios te lo multiplique en salud y abundancia” o “Eres un ser maravilloso” fueron algunos de los comentarios de sus seguidores, quienes destacaron la faceta más humana del reguetonero.
Sin embargo, el emotivo encuentro se produce en paralelo a una fuerte controversia política. Hace unas semanas, Dany Ome viajó a Cuba para ofrecer varios conciertos en escenarios vinculados a instituciones estatales, lo que encendió críticas en la comunidad del exilio.
El congresista republicano Mario Díaz-Balart solicitó formalmente al Departamento del Tesoro de Estados Unidos que investigue si dichas presentaciones podrían constituir una violación de las sanciones contra el régimen cubano. Según señaló, en el área VIP de uno de los conciertos estuvo presente Raúl Guillermo Rodríguez Castro, conocido como “El Cangrejo”, nieto de Raúl Castro y jefe de su escolta personal.
“Parece que es una violación de la ley norteamericana. Uno puede posiblemente conseguir permisos para hacer cosas específicas, pero no para hacer lucrar al régimen, no para estar haciendo múltiples conciertos con miembros del régimen”, dijo Díaz-Balart en entrevista con la periodista Gloria Ordaz.
El contraste entre las imágenes de Dany Ome compartiendo con sus seguidores más vulnerables y las acusaciones que pesan sobre sus presentaciones en la isla muestra las dos caras del artista: la de un joven que conecta desde la empatía con su público y la de un músico que se mueve en un escenario donde el arte, la política y la economía se entrelazan inevitablemente.