El inicio de octubre en Cuba llega cargado de malas noticias para los hogares y comunidades: las termoeléctricas Renté y Mariel enfrentan nuevas averías que complican aún más la ya crítica situación energética en el país.
La Unión Eléctrica (UNE) confirmó que varias unidades quedaron fuera de servicio. La Unidad 6 de la CTE "Antonio Maceo", Renté, tuvo que detener su operación por problemas de “Bajo Vacío”, mientras que la Unidad 5 de la CTE "Máximo Gómez", en el oeste de La Habana, quedó fuera de línea debido a un “salidero en el economizador”.
Según el ingeniero Félix Estrada Rodríguez, director del Despacho Nacional de Carga, durante las horas de mayor demanda nocturna se podrían afectar hasta 1.870 MW, lo que supone apagones programados en casi la mitad de los circuitos del país.
Aunque algunas unidades podrían incorporarse para aliviar parcialmente la crisis, la energía disponible no alcanzará a cubrir la demanda creciente, dejando a millones de cubanos con la incertidumbre de no saber cuándo volverá la electricidad.
En la Isla de la Juventud, que permanece desconectada del sistema nacional, la Empresa Eléctrica trabaja en la recuperación de la máquina No. 8 tras un fallo en el generador. Las autoridades han insistido en la necesidad de un uso responsable de la electricidad, especialmente durante los horarios de máxima demanda, con la esperanza de minimizar los apagones.
Mientras tanto, la población expresa su frustración en redes sociales. Orestes Rafael Ávila Álvarez afirmó: “Lo peor que nos pueda pasar como seres humanos es vivir sin esperanza en una sociedad que se ha encargado de propiciar más hambre, miserias y apagones extremos”. Otros usuarios denuncian la falta de transparencia en la programación de la energía y cuestionan la capacidad del gobierno para resolver una crisis que ya dura meses.
Jorge Guirola, residente de Cienfuegos, agregó: “Ya llegamos a más de 30 horas en apagón en Cruces. Ahora se hace ley, porque si algo tiene Cienfuegos es ser puntera en experimentar todo lo que hace daño a sus pobladores”.
Con cada avería, los apagones se convierten en un recordatorio de la vulnerabilidad energética del país. La paciencia de la población se agota y el llamado al uso responsable de la energía se convierte en una medida insuficiente frente a un sistema eléctrico que parece no encontrar solución.