La crisis energética en Cuba continúa profundizándose y las autoridades buscan nuevas formas de controlar los recursos disponibles mientras la población enfrenta apagones cada vez más prolongados. Esta vez, el foco está en las plantas eléctricas privadas. Desde este miércoles, el municipio de Puerto Padre, en Las Tunas, comenzó un censo obligatorio de generadores que producen electricidad mediante combustión interna.
Los dueños de estos equipos deben presentarse en la Oficina de Auditoría local, en la calle Lenin número 60, entre 8:00 a.m. y 12:00 del mediodía, llevando su carné de identidad, los documentos legales de la planta y la libreta de abastecimiento.
El objetivo oficial del censo es determinar quiénes podrán acceder a la distribución de combustible a través de la plataforma digital Ticket, la única vía para alimentar los generadores en medio de la escasez.
Un proceso similar ya se aplica en la ciudad de Las Tunas, capital provincial, y se espera que otros municipios adopten medidas parecidas. La medida busca controlar un recurso que muchos cubanos consideran vital para enfrentar los apagones diarios que afectan hogares, hospitales y negocios.
Este control no es nuevo en Cuba, pero en los últimos tiempos se ha intensificado. En La Habana, por ejemplo, ya se implementó un censo de plantas eléctricas con el mismo propósito: regular el acceso a combustible.
En 2022, la corporación CIMEX estableció límites estrictos para la venta de gasolina a propietarios de generadores, obligando a los ciudadanos a hacer largas colas y llevar sus equipos hasta las gasolineras en un intento desesperado por conseguir combustible.
El uso de plantas eléctricas privadas se ha convertido en una solución temporal pero peligrosa. Muchos equipos son operados en espacios cerrados, lo que aumenta el riesgo de intoxicación por monóxido de carbono.
Además, el temor al robo y la falta de advertencias adecuadas incrementan los peligros, mientras la población depende cada vez más de estas medidas para mantener algo de normalidad en su vida diaria.
El censo de generadores refleja, una vez más, cómo la escasez de electricidad estatal y la burocracia incrementan el control sobre la vida cotidiana de los cubanos, obligándolos a cumplir con requisitos oficiales para acceder a un recurso esencial. En medio de apagones prolongados, este registro se perfila como otro ejemplo de cómo la crisis energética redefine la rutina y la supervivencia en la Isla.
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