El perfil oficialista “Entérate con el Cubano Fiel”, cercano a la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), informó sobre el desmantelamiento en Cienfuegos de una red dedicada al robo de balitas de gas para su posterior venta en el mercado clandestino. Según la publicación, un camión con más de 20 balas fue interceptado, lo que permitió descubrir parte de una trama que —según indican— involucra a trabajadores de puntos de venta y hasta personal vinculado a las fábricas.
Aunque las autoridades presentan este operativo como un éxito de vigilancia, el caso refleja una problemática mucho más profunda: el creciente aumento de robos y actividades ilícitas en toda la isla, un fenómeno estrechamente ligado al colapso económico que atraviesa el país.
En la Cuba actual, el gas licuado se ha convertido en un recurso básico y, al mismo tiempo, escaso. La mayoría de las familias depende de este producto para cocinar, por lo que su desvío y venta ilegal genera un impacto directo en los hogares. Cada cilindro que desaparece del sistema oficial es un golpe a los consumidores, que deben enfrentarse a esperas interminables, precios inflados en el mercado negro y la incertidumbre de no saber si podrán garantizar lo más básico: preparar los alimentos.
El caso de Cienfuegos no es un hecho aislado. En los últimos meses, los reportes de sustracciones se han multiplicado: desde cables eléctricos y tapas de alcantarilla, hasta café, cigarros y ganado. El robo de combustible, alimentos y ahora gas es solo una muestra de cómo las carencias han fomentado la proliferación de redes organizadas que operan con relativa impunidad.
La falta de controles internos, la corrupción de empleados estatales y la precariedad salarial son factores que alimentan este círculo vicioso. No se trata únicamente de individuos desesperados, sino de verdaderas estructuras clandestinas que encuentran en la crisis un terreno fértil para crecer.
El auge del delito en Cuba se ha convertido en un reflejo de la descomposición social que deja la crisis prolongada. Los bajos salarios, la inflación y la escasez convierten cada recurso en un bien altamente codiciado. Frente a la falta de soluciones estructurales, el robo se normaliza como una alternativa de supervivencia para muchos, mientras que las autoridades intentan mostrar mano dura con casos puntuales, presentándolos como “ejemplos” de eficiencia policial.
Sin embargo, para la población, la realidad es otra: la inseguridad se ha disparado y cada día son más frecuentes las denuncias de asaltos, homicidios y actividades ilegales en todo el país.
El perfil oficialista que divulgó la noticia apeló a la conciencia ciudadana con frases como: “Robar el gas es apagar la llama que nos une como sociedad”. No obstante, detrás de la retórica, lo que queda en evidencia es la incapacidad del Estado para garantizar un suministro estable y proteger a la población de la creciente ola delictiva.
La Empresa Eléctrica no solo apaga la luz... ¡ también roba con facturas infladas!(video)
Hace 1 día