Hoy, primer día del mes de octubre, se celebra el Día Internacional de las Personas de Edad, un momento que debería ser de reconocimiento y respeto hacia nuestros adultos mayores. Sin embargo, en Cuba, la fecha nos recuerda también la dura y precaria realidad que enfrentan muchos de nuestros ancianos.
Los adultos mayores que no cuentan con familiares en el extranjero o cercanos en el país viven situaciones estremecedoras. Algunos recogen restos de alimentos en los contenedores, otros se estacionan frente a los comercios pidiendo limosnas, y hay quienes, con vergüenza y discreción, se acercan para solicitar ayuda apenas para completar la compra de un pan, una pizza económica o un vaso de guarapo. Verlos así nos rompe el alma y nos deja impotentes frente a sus necesidades.
La crisis económica, social y política del país golpea con especial dureza a los más vulnerables: ancianos con impedimentos físicos y niños. Ni el llamado “ordenamiento económico” ni las reiteradas visitas de los dirigentes a los municipios ni las giras internacionales logran mejorar la situación diaria de las familias.
Faltan medicamentos, alimentos y ropa básica. La propaganda oficial muestra cómodos asilos y elegantes comedores inaugurados con bombos y platillos, pero la realidad cotidiana de la mayoría es otra. Una golondrina no hace verano.
Muchos adultos mayores recorren las calles buscando aunque sea un pedazo de pan, mientras otros permanecen en silencio en sus hogares, resignados ante un temporal interminable de hambre y abandono. La verdadera cara de la miseria no aparece en los medios, ni en los recorridos promocionados de altos dirigentes; está en los barrios, en los portales de Montes, Reina, Galeano, en el Parque de la Fraternidad, y en cada esquina donde un anciano pide ayuda para sobrevivir.
Es urgente que todos los cubanos nos unamos para proteger material y espiritualmente a nuestros adultos mayores, para que nadie sea descartado ni olvidado. Este Día Internacional no puede ser solo palabras y fotos; debe ser conciencia, acción y solidaridad.
Una misa para los sufridos adultos mayores en Cuba y un llamado a que su dolor se haga visible y viral. Gracias.
Del perfil de Cesáreo Navas