Santiago de Cuba amaneció este 1 de octubre bajo lluvias persistentes, pero lo que realmente desató la polémica no fue el clima, sino la diferencia entre lo que dice la prensa oficial y lo que viven los padres y estudiantes en carne propia.
Mientras la emisora oficialista CMKC Radio Revolución aseguraba que “el proceso educativo continúa a pesar de las intensas precipitaciones” y que “la salud de los estudiantes es lo primordial”, las redes sociales se llenaron de denuncias sobre aulas inundadas, techos con filtraciones, apagones y, lo más grave, ausencia de alimentos en varios centros.
Una madre fue clara en su comentario: “Por gusto que sigan dando clases, no hay ni comida para darles y los recogen temprano. Es una falta de respeto”. Otro padre denunció que las escuelas están “completamente húmedas, sin condiciones, con cortes de electricidad”.
Lejos de ser “afectaciones menores”, como aseguró la emisora, los testimonios revelan una realidad precaria que pone en riesgo la salud de los niños.
En la escuela "Miguel Ángel Cano Domínguez", padres reportaron que “están virando a los niños porque las aulas están mojadas”.
El descontento también se dirigió contra el periodismo oficial, acusado de maquillar la realidad. “Qué irresponsables… aulas inundadas, ausencias de profesores. Métanse a hacer verdadero periodismo dentro de las escuelas para que la población no se ría de ustedes”, escribió un usuario indignado.
Fuentes anónimas vinculadas al sector educativo en Santiago confirmaron a nuestro medio que en algunos planteles se mantiene la enseñanza solo como una opción para padres que no tienen con quién dejar a sus hijos.
Respecto a la alimentación, en ciertas escuelas se ha servido lo mismo de siempre: arroz y calabaza, comida insuficiente y de baja calidad.
Las críticas llegan en un contexto aún más complejo pues la Tormenta Tropical Imelda, antes Depresión Tropical 9, ha dejado en el oriente cubano varios muertos y desaparecidos, además de viviendas destruidas y puentes colapsados y lo informado no se acerca a la realidad.
A esto se suma que, según denuncian los vecinos, en Santiago no llega arroz a las bodegas desde agosto, lo que agudiza la desesperanza.
Mientras los partes meteorológicos hablan de una disminución de las lluvias y los medios oficialistas insisten en la “recuperación”, las familias viven otra historia: niños expuestos a la humedad, escuelas deterioradas, hambre y el miedo constante a que la falta de condiciones derive en enfermedades.
En Santiago de Cuba, una vez más, la brecha entre el discurso gubernamental y la realidad cotidiana queda al descubierto.
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