El Gobierno cubano volvió a arremeter contra Estados Unidos, acusándolo de ejercer “presiones intimidatorias y engañosas” sobre varios países de América Latina y Europa para que voten en contra de la resolución que exige el levantamiento del embargo estadounidense. La denuncia fue presentada por el canciller Bruno Rodríguez en una conferencia con la prensa extranjera en La Habana.
Según Rodríguez, Cuba posee “información fidedigna” de que Washington envió documentos diplomáticos a gobiernos aliados con el fin de alterar su postura histórica ante la resolución que se debatirá en la Asamblea General de la ONU a partir del 28 de octubre. Dicha resolución, que se presenta desde 1992, ha sido aprobada casi por unanimidad en los últimos años, con el respaldo de más de 180 países.
El canciller cubano aseguró que Estados Unidos estaría utilizando amenazas de sanciones comerciales, restricciones de visados y presiones económicas para “coaccionar” a los países que tradicionalmente han apoyado a Cuba. Además, acusó directamente al secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, de liderar una ofensiva diplomática para socavar el apoyo internacional a La Habana.
Mientras Cuba intenta reforzar su imagen internacional como víctima del embargo, crecen las acusaciones sobre su presunta colaboración con Rusia en la invasión de Ucrania. De acuerdo con informes publicados por Reuters y el Departamento de Estado, Estados Unidos estaría instando a otros países a no apoyar la resolución cubana argumentando que La Habana respalda activamente al Kremlin.
Según esas fuentes, hasta 5.000 cubanos estarían combatiendo junto a las fuerzas rusas. La oposición en el exilio, agrupada en la Asamblea de la Resistencia Cubana, sostiene que la cifra real podría llegar a 20.000, y que entre 200 y 300 de ellos ya habrían muerto en el frente. Los datos, atribuidos a la inteligencia militar ucraniana, incluyen una lista de más de mil mercenarios cubanos contratados por el Ejército ruso entre junio de 2023 y febrero de 2024.
El régimen de La Habana ha negado cualquier implicación directa, asegurando que no participa con efectivos militares “ni en Ucrania ni en ningún otro país”. No obstante, reconoció que algunos ciudadanos han sido reclutados “por su cuenta”, lo que refuerza las sospechas de una red de tráfico de combatientes tolerada por el Gobierno.
Aunque el régimen de La Habana insiste en culpar al embargo estadounidense de todos sus males, lo cierto es que la crisis que atraviesa Cuba tiene raíces mucho más profundas. Durante más de seis décadas, la dictadura ha mantenido una postura abiertamente hostil hacia Washington, alineándose con los adversarios históricos de Estados Unidos y criticando de forma sistemática su política exterior. Sin embargo, cuando se trata de reclamar apoyo o alivio financiero, el mismo gobierno que acusa a EE.UU. de “imperialismo” implora ante la ONU que se levanten las sanciones.
En realidad, los graves problemas económicos de Cuba no son consecuencia directa del embargo, sino de una gestión ineficiente y de un modelo económico centralizado que ha destruido la productividad nacional. La falta de libertades económicas, el control estatal sobre todos los sectores productivos y la persecución del emprendimiento privado han llevado al país a niveles de pobreza sin precedentes. Mientras el régimen busca culpables externos, millones de cubanos enfrentan la escasez, el hambre y el éxodo como resultado de una política interna fracasada.
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