Estados Unidos ha dado un paso sin precedentes en su ofensiva económica contra Rusia. El Departamento del Tesoro anunció sanciones contra las dos principales petroleras rusas, Rosneft y Lukoil, en respuesta a la prolongada guerra en Ucrania y a la “falta de compromiso serio” de Moscú con la paz.
La medida busca minar la capacidad del Kremlin de financiar su maquinaria bélica y su impacto podría sentirse en la economía rusa durante años.
Rosneft, empresa estatal, produce alrededor del 6% del crudo mundial y casi la mitad del petróleo ruso, mientras que Lukoil, aunque privada, es la mayor productora independiente del país. Juntas, exportan más de 3 millones de barriles de crudo al día.
Con estas sanciones, Estados Unidos bloquea todos sus bienes e intereses en territorio estadounidense, prohíbe transacciones con personas y empresas estadounidenses y excluye a ambas compañías del sistema financiero del país. Además, la medida se extiende a filiales y empresas vinculadas donde posean más del 50% de participación, ampliando enormemente el alcance de las restricciones.
El secretario del Tesoro Scott Bessent declaró que esta acción busca presionar a Putin para que ponga fin a una guerra que “no tiene sentido” y enfatizó que Washington está dispuesto a aplicar nuevas medidas si es necesario. El presidente Donald Trump calificó las sanciones de “masivas” y aseguró que buscan ejercer suficiente presión sobre Rusia para que reconsideren sus decisiones en Ucrania.
El momento elegido refuerza la gravedad del golpe: desde el inicio del conflicto en febrero de 2022, Estados Unidos ha sancionado a más de 6,000 personas y entidades vinculadas al Kremlin, pero nunca antes había atacado directamente el núcleo de la economía petrolera rusa con un bloqueo tan amplio y estratégico. La medida no solo afecta a la economía de Putin, sino que también podría provocar un efecto dominó en los mercados globales de energía, impactando los ingresos que Moscú utiliza para sostener su guerra y su influencia internacional.
Analistas señalan que estas sanciones representan un momento crítico: Rusia podría enfrentar dificultades para financiar operaciones militares y proyectos estratégicos, mientras que la credibilidad de Putin como líder capaz de sostener la economía frente a presiones externas se ve seriamente comprometida. Además, la acción busca enviar un mensaje a los aliados internacionales de Estados Unidos, incentivando su adhesión a la presión económica contra Moscú.
Las sanciones a Rosneft y Lukoil no son solo un acto simbólico: son un golpe directo a los pilares económicos de Rusia y una advertencia clara de que el mundo sigue de cerca cada movimiento de Putin en Ucrania. Esta medida podría marcar un antes y un después en la estrategia estadounidense contra Moscú y en el futuro económico del Kremlin.
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