Washington y La Habana protagonizan un tenso intercambio diplomático a pocos días de la votación en la Asamblea General de la ONU sobre la resolución anual que condena el embargo estadounidense a Cuba. El enfrentamiento se intensificó tras un mensaje del gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, y la respuesta del subsecretario de Estado de EE.UU., Christopher Landau.
Landau desmintió las acusaciones de presiones de Washington a otros países y señaló directamente al comunismo cubano como responsable de la crisis en la isla. “No existe un bloqueo a su país; si fuera así, ¿cómo llegaría todo ese petróleo mexicano y esos turistas alemanes y canadienses? El único genocidio que hay es el que ustedes cometen contra su propio pueblo, sometiéndolo al hambre y la miseria por sus políticas comunistas”, escribió el diplomático estadounidense.
Además, cuestionó la falta de elecciones libres en Cuba: “Si tan orgullosos son de su gestión de los últimos 66 años, ¿por qué no permiten que su pueblo vote? Por algo sus jóvenes se están escapando de esa cárcel flotante que su Partido Comunista ha convertido en la nación cubana”. Landau concluyó con un mensaje contundente a Díaz-Canel: “Ni siquiera usted ha de creer sus mentiras”.
La Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado respaldó la postura de Landau, enfatizando que “el embargo no es la causa; el régimen lo es”, y recordó que Cuba importa alimentos, medicinas y productos humanitarios sin restricciones, con exportaciones estadounidenses que alcanzaron 585 millones de dólares en 2024, un aumento del 16% respecto al año anterior. Según el comunicado, antes de 1959 Cuba tenía uno de los PIB per cápita más altos de América Latina, y poco después dependía de subsidios soviéticos. “En toda la historia, el comunismo nunca ha funcionado y, sin embargo, el régimen cubano continúa con su sistema fallido”, concluyó el Departamento de Estado.
Desde La Habana, el canciller Bruno Rodríguez Parrilla rechazó las críticas y acusó a EE.UU. de presionar a países, principalmente de América Latina y Europa, para modificar su voto en la ONU. Rodríguez calificó los esfuerzos estadounidenses como “intimidatorios, engañosos y desvergonzados” y cuestionó la legitimidad moral de Washington, mencionando conflictos internacionales como el de Palestina para desviar la atención.
Fuentes diplomáticas sugieren que el gobierno cubano teme perder apoyo en la votación, que históricamente ha contado con un respaldo casi unánime a la resolución que pide el fin del embargo. Bajo la administración de Donald Trump, Estados Unidos reforzó la estrategia de responsabilizar al régimen cubano por la crisis económica, la represión política y la migración masiva hacia el sur de Florida.
La votación en la ONU está programada para los días 28 y 29 de octubre, en un contexto de tensión sin precedentes entre ambos países, con un intercambio público que expone las profundas diferencias sobre la gestión política, económica y social en Cuba.
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