Las exportaciones agrícolas de Estados Unidos a Cuba crecieron un 17 % durante el último año, alcanzando un valor estimado de 243 millones de dólares, según datos recientes del sector. El incremento refleja una mayor diversificación de productos y contrasta con el discurso oficial del régimen, que atribuye al “embargo” estadounidense la causa principal de la crisis económica en la isla.
Solo en febrero de 2025, las ventas estadounidenses hacia Cuba sumaron 47,6 millones de dólares, lo que representa un aumento del 75 % respecto al mismo mes de 2024. El principal producto importado continúa siendo la carne de pollo, que en algunos períodos llega a representar más del 50 % del total de las exportaciones agrícolas.
Durante la Conferencia Agrícola Cuba–Estados Unidos, celebrada esta semana en La Habana, representantes de ambos países destacaron que el intercambio bilateral “muestra potencialidades concretas en sectores estratégicos como la agricultura, la investigación científica y el comercio”. Entre los nuevos rubros de cooperación figuran el arroz, las aves y otros alimentos básicos.
Delegados estadounidenses también subrayaron la importancia de los acuerdos técnicos y académicos firmados entre universidades, centros de investigación y entidades agrícolas de ambos países. Estos convenios buscan “compartir conocimientos, mejorar la eficiencia agrícola y fortalecer la seguridad alimentaria en el Caribe”.
Uno de los asistentes fue P. J. Haynie, agricultor de quinta generación y director general de Haynie Family Foods, quien expresó su entusiasmo por contribuir a que “el pueblo cubano tenga arroz de alta calidad para consumir”.
El evento destacó además el acuerdo trilateral firmado en 2024 entre la Universidad Estatal de Luisiana, el Departamento de Agricultura de EE. UU. y el Ministerio cubano de la Agricultura, con el fin de impulsar la cooperación técnica y científica.
Los datos y declaraciones de la delegación norteamericana contradicen el relato oficial del Gobierno cubano, que insiste en la existencia de un “bloqueo total” que impediría el comercio bilateral. Sin embargo, la legislación estadounidense Trade Sanctions Reform and Export Enhancement Act (TSREEA), aprobada en el año 2000, permite la venta de alimentos y productos agrícolas a Cuba, siempre que los pagos se realicen en efectivo y cumplan las regulaciones establecidas.
Aunque los representantes norteamericanos reconocieron las limitaciones financieras del país caribeño, el sostenido flujo de acuerdos, intercambios y transacciones comerciales demuestra que no existe un cerco absoluto, sino una restricción parcial que el régimen utiliza como argumento político para justificar su ineficiencia interna.
El crecimiento del comercio agrícola entre ambas naciones confirma, además, que Cuba sigue siendo un comprador relevante dentro del mercado exportador estadounidense, incluso en medio de su crisis estructural y la falta de liquidez que afecta todos los sectores de su economía.
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