El líder chino, Xi Jinping, ha ordenado una nueva etapa en su campaña de purgas dentro del Partido Comunista Chino (PCC), con el objetivo de eliminar “influencias negativas” y reforzar su control político. En un reciente discurso publicado en el Qiushi Journal, Xi llamó a combatir cualquier “lobby, organización de poder o clase privilegiada” que amenace la pureza del Partido.
Esta campaña, que Xi define como una “autorrevolución”, busca atajar prácticas corruptas dentro del PCC y de las estructuras gubernamentales. El mandatario afirmó que se deben tomar medidas drásticas para garantizar que el Partido mantenga su vitalidad y se adapte a las exigencias actuales.
En el último año, las purgas han resultado en la destitución de altos funcionarios, incluidos ministros, militares y directivos de empresas clave. Este mes, Tang Renjian, exministro de Agricultura, fue detenido bajo cargos de soborno y se enfrentará a un juicio. Asimismo, Li Shangfu, exministro de Defensa, fue expulsado del PCC en 2023 por acusaciones similares.
La Comisión Central de Inspección Disciplinaria (CCDI), el brazo anticorrupción del Partido, también anunció recientemente la expulsión de Gou Zhongwen, exdirector de la Administración General del Deporte. Gou fue acusado de corrupción financiera, abuso de poder y violaciones disciplinarias, incluyendo la aceptación de sobornos y la facilitación de negocios para familiares.
Desde que Xi Jinping asumió el poder en 2012, ha utilizado la lucha contra la corrupción como herramienta para consolidar su autoridad. Su política ha llevado a sancionar a más de 610.000 funcionarios solo en 2023, según datos oficiales. Sin embargo, críticos señalan que muchas de estas acciones responden a una estrategia para eliminar a posibles detractores y fortalecer su control absoluto sobre el Partido y el país.
El alcance de las purgas también ha afectado a sectores como el financiero, el farmacéutico y el deportivo. Xi asegura que la corrupción sigue siendo un problema grave, y sus recientes medidas refuerzan la idea de un PCC leal exclusivamente a su liderazgo.
Mientras la campaña anticorrupción avanza, se profundizan la censura y la represión en China, lo que genera dudas sobre si estas acciones realmente buscan erradicar la corrupción o simplemente eliminar a voces críticas dentro del régimen.
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