El reconocido humorista cubano Ulises Toirac, célebre por su agudeza y su mirada crítica sobre la realidad nacional, volvió a sacudir las redes sociales con un análisis contundente sobre el juicio al exministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, y lo que este proceso revela acerca de la corrupción y la justicia en Cuba.
En un post publicado en su perfil de Facebook, Toirac abordó sin rodeos las raíces del problema. Desde el inicio fue categórico:“En cualquier sociedad el poder corrompe, y en Cuba, con su estructura política tan centralizada, esta verdad se hace más evidente.”
Según el comediante, muchos altos funcionarios, al relacionarse con empresarios, mandatarios y sectores de poder, acaban inevitablemente envueltos en un sistema donde las dádivas y los favores son moneda corriente.
“Los mecanismos son proclives para el florecimiento de la corrupción… ‘Una mano lava la otra y las dos…’”, escribió, dejando claro que no se trata de casos aislados, sino de un problema estructural.
Toirac apuntó directamente a la concentración del poder en el país:“Para colmo, hay un partido por encima del Estado y de la Constitución. Tiene un poder inauditable y una decisión incontestable.”
En su análisis, el humorista subrayó que el proceso contra Gil es la excepción, no la norma, y que la magnitud del caso solo ha salido a la luz porque resultaba imposible ocultarlo.
“La corrupción en Cuba es tan profunda que casos como este deberían ser mucho más frecuentes, pero solo se juzga cuando salta una liebre.”
Para Toirac, este escándalo representa una triple traición: primero, al discurso oficial de “austeridad y sacrificio”; segundo, al propio Estado; y tercero, a los funcionarios que, sabiendo lo que ocurre, nunca llegan al banquillo.
El juicio de Alejandro Gil, que comenzó el martes en La Habana, se desarrolla en medio de un fuerte hermetismo informativo. El exministro enfrenta cargos por espionaje, con riesgo de cadena perpetua, además de malversación, cohecho, evasión fiscal, lavado de activos y tráfico de influencias, en un expediente que involucra a más de 20 personas.
La opacidad del proceso judicial refuerza, según Toirac, la percepción de que la transparencia en Cuba es prácticamente inexistente. El humorista amplió su crítica hacia la forma en que el gobierno controla el flujo de información, decidiendo qué se dice, qué se oculta y cuándo se divulga.
“El caso Gil ha provocado, y era predecible, el sentimiento popular de que ‘todos hacen lo mismo’.”
Con esa frase, Ulises Toirac resumió el sentir de gran parte de la población: los juicios a figuras de alto nivel no generan confianza, sino más desconfianza, al reforzar la idea de que la corrupción está generalizada y la impunidad de los poderosos sigue intacta.
Su reflexión, tan mordaz como lúcida, pone en evidencia que detrás del humor sigue habiendo en Toirac una voz crítica que no teme señalar las grietas del poder y que continúa siendo eco del desencanto ciudadano.
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