En la madrugada del martes 11 de noviembre falleció en Camagüey Isabel Irene Hernández Ortiz, una anciana de 88 años. Lo que debería haber sido un momento de despedida y respeto, se convirtió en una pesadilla que superó las 48 horas: su familia aún no había podido darle sepultura en ese tiempo.
Desde el momento del fallecimiento, la burocracia y la negligencia dejaron a los suyos en un doloroso limbo entre crematorio, Medicina Legal y funeraria, donde promesas incumplidas y excusas como “todo está saturado” prolongaron el sufrimiento.
Vecinos y familiares denunciaron que al llegar al crematorio se les aseguró que el equipo estaba roto; sin embargo, comprobaron que sí funcionaba, y aun así fueron enviados de un lugar a otro. Finalmente, pasadas las 10:30 de la mañana del miércoles 12, el cuerpo fue recogido y llevado al crematorio, donde les informaron que Isabel era el turno número nueve entre otros cuatro cadáveres ya en espera. “El cuerpo ya estaba corrompiéndose, soltando sangre por la boca, y no podíamos hacer nada”, relató un familiar entre lágrimas.
La indignación de los cubanos no se hizo esperar en las redes. Niurka Veitia escribió: “Decadencia tras decadencia de un país en el que la única obligación del desgobierno es reprimir y encarcelar a sus habitantes… cada vez que creemos que no pueden caer más bajo, vemos que sí”.
Mayrelis Basulto Garcia expresó su asombro ante la apatía general: “No sé cómo la gente sigue aguantando. Ya es demasiado, desde hace mucho nada funciona, y cada día es y será peor”.
Otros comentarios reflejan el dolor de ver la falta de humanidad: Yusi Hernández señaló: “Si fuera familiar de un dirigente, todo se hubiese resuelto… da asco y vergüenza semejante falta de empatía, ni morir en paz se puede en este mal gobierno”.
Oshun Iyanike resumió la tragedia: “Es lo más triste que he podido experimentar, ver cómo un ser amado se descompone enfrente tuyo”. Taymara Gude y Dinorah Margarita Hdez coincidieron en su denuncia: “Abajo el comunismo”, “Una impotencia insoportable”.
Incluso desde la solidaridad cercana, Leticia Cardoso compartió su dolor: “Omg, cuánta tristeza y dolor siento… solo por tener un gobierno inepto y fallido, sin corazón que no le importa lo que sufre el pueblo… abajo la dictadura, libertad para mi Cuba”.
La familia de Isabel Irene, como muchas otras, enfrenta un sistema donde ni vivir ni morir parece un derecho garantizado.
Esta historia desgarradora no es un caso aislado; refleja la desesperanza de quienes sufren la negligencia institucional en Cuba, donde la burocracia aplasta la dignidad humana y la desesperación se convierte en rutina. La memoria de Isabel Irene se mantiene viva, mientras su familia y cientos de ciudadanos claman por un país donde morir en paz sea posible.
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