Una simple fotografía ha desatado un torbellino de reacciones en torno a los reguetoneros cubanos Dany Ome y Kevincito El 13, quienes actualmente gozan de gran popularidad en la escena urbana de Miami. Durante su más reciente viaje a Cuba para una serie de conciertos, los artistas fueron captados posando sonrientes junto a un agente de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) en plena calle habanera.
La imagen, publicada por el influencer Un Martí To Durako, parecía a primera vista un gesto sin mayor trascendencia. Sin embargo, el contexto político y familiar de uno de los músicos cambió radicalmente la interpretación de la escena, generando indignación y acusaciones de incoherencia moral.
Entre los comentarios que inundaron la publicación se podían leer frases como:
“Se tiran fotos con los que un día le cayeron a golpes a la purita” o “Quizás lo de la madre es mentira. Quizás nunca fue Dama de Blanco”, en referencia al pasado opositor de Noelia Pedraza Jiménez, madre de Dany Ome. Pedraza fue parte del movimiento Damas de Blanco, símbolo de la resistencia civil al régimen cubano, y estuvo casada con el exprisionero político Ariel Sigler Amaya, figura clave de la disidencia durante la Primavera Negra de 2003.
La polémica no tardó en encenderse, pues muchos consideran que posar con un agente de la policía —aunque sea de tránsito— resulta contradictorio, teniendo en cuenta el historial de represión sufrido por su madre a manos del mismo aparato estatal. Las críticas se amplificaron al conocerse que los artistas actuarán en Pabexpo, un recinto controlado por el gobierno.
Frente al aluvión de reproches, el mánager del dúo, Magdiel Díaz, ofreció declaraciones buscando apaciguar los ánimos. Aclaró que la gira fue organizada por un empresario independiente, conocido como El Puma, quien negoció los eventos y eligió los espacios. “La última vez que Dany Ome y Kevincito viajaron a Cuba, no los dejaron cantar. Esta vez quise hacer todo de forma correcta”, señaló Díaz.
Asimismo, explicó que como parte del acuerdo se incluirán entre tres y cuatro conciertos gratuitos, pensados para personas que no pueden costear una entrada. La intención, dijo, es reconectar con el público cubano sin distinciones políticas.
No obstante, para muchos seguidores y observadores, el debate va más allá de la música. La imagen reavivó el eterno dilema entre la memoria, la lealtad familiar y la postura pública de los artistas que navegan entre dos realidades: la Cuba oficial y la Cuba del exilio. ¿Puede un músico desligarse de su historia personal al regresar a la Isla? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad moral de quien carga con un legado de lucha?
Por ahora, la controversia continúa, y la fotografía ya es mucho más que una imagen: es un espejo de las tensiones que siguen marcando a la comunidad cubana, dentro y fuera de la Isla.
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