Una operación de rescate en helicóptero logró salvar a varios niños y adultos que permanecían atrapados en una zona de difícil acceso en la comunidad La Camilo, tras las intensas lluvias que continúan afectando el centro y occidente de Cuba.
La información fue compartida por el periodista cubano Javier Díaz a través de sus redes sociales, donde detalló que los rescatados se encontraban aislados por el desbordamiento de ríos y arroyos, sin vías de escape ni asistencia inmediata durante horas.
Según reportes locales, la situación era crítica desde la noche anterior, cuando las aguas subieron rápidamente y familias enteras quedaron cercadas por las crecidas.
Testigos relatan que vecinos desesperados habían solicitado ayuda desde temprano, pero el rescate se demoró debido a la falta de medios y coordinación estatal.
La tensión aumentó cuando, según se comenta en redes sociales, la autorización para el uso del helicóptero no se dio hasta la llegada de Miguel Díaz-Canel a la provincia. “Tuvo que aparecer el propio presidente para que finalmente se movilizara un helicóptero y fueran rescatados los niños”, denunció un usuario en Facebook.
Este hecho ha generado indignación entre los cubanos, quienes cuestionan por qué una decisión de emergencia —como salvar vidas— dependió de la presencia del mandatario en el territorio. “Las cosas de este país no tienen nombre. Si no llega él, esos niños todavía estarían allí”, expresó un residente de la zona en declaraciones recogidas por Díaz.
Las imágenes difundidas muestran a los menores siendo trasladados por personal de rescate en condiciones difíciles, mientras helicópteros del Gobierno sobrevolaban el área. Hasta el momento, no se ha informado oficialmente el número exacto de personas evacuadas, pero se estima que entre cinco y siete familias fueron trasladadas a zonas seguras.
El rescate, aunque exitoso, deja al descubierto la falta de previsión y respuesta oportuna de las autoridades locales frente a desastres naturales que, año tras año, afectan a las mismas comunidades vulnerables.
La población agradece que los niños estén a salvo, pero el sentimiento general es de frustración y rabia: una vez más, la ayuda llegó tarde y solo bajo la mirada del poder.