Un caso insólito y profundamente humano sacude a la comunidad cubana dentro y fuera de la Isla. Se trata de Juan Carlos Font Agüero, un cubano de 59 años que hoy permanece detenido en una prisión del Reino de Esuatini, al sur de África, tras ser deportado desde Estados Unidos… ¡con los ojos vendados y sin que su propio país aceptara recibirlo!
Font Agüero vivía en Estados Unidos desde el año 2003, donde cumplió 17 años de prisión por asesinato en segundo grado. Al salir en libertad, las autoridades estadounidenses iniciaron su proceso de deportación hacia Cuba. Pero el régimen cubano se negó a admitirlo, alegando que había perdido sus derechos ciudadanos por haber residido fuera de la Isla durante más de dos décadas.
Ante esa negativa, Washington buscó un destino alternativo, y el hombre terminó siendo trasladado de país en país, hasta acabar en Esuatini, un pequeño reino africano sin vínculos culturales ni familiares con él. Su familia denuncia que viajó todo el tiempo con los ojos vendados, sin notificación consular ni acompañamiento diplomático.
“Lo trataron como si fuera un objeto, no una persona. Nadie nos avisó dónde estaba y ahora sabemos que está enfermo, sin atención médica y sin esperanza”, lamentó su hijastra, Yessica de la Caridad García Negrín, en declaraciones recogidas por Martí Noticias.
Font sufre problemas de próstata y, según sus familiares, no recibe el tratamiento que necesita en prisión.
Una fuente del Departamento de Estado estadounidense confirmó que intentaron en varias ocasiones devolverlo a Cuba, pero La Habana rechazó oficialmente su entrada. “Los Estados tienen la obligación de aceptar a sus ciudadanos deportados. No es un tema para debate ni negociación”, declaró el funcionario.
Mientras tanto, las autoridades cubanas guardan silencio absoluto. Ni el Ministerio de Relaciones Exteriores ni la embajada en Sudáfrica —país vecino de Esuatini— han emitido declaración alguna sobre el caso.
La historia de Font no es aislada. Otro cubano, Roberto Mosquera del Peral, también fue deportado desde EEUU a Esuatini dentro del polémico programa de “tercer país” implementado por la administración de Donald Trump, que envía a naciones alternativas a los migrantes cuyos países se niegan a recibirlos.
Mosquera, que cumple prisión en ese país africano, inició una huelga de hambre y su familia denuncia una grave pérdida de peso y caída del cabello.
Estos casos exponen un nuevo capítulo de desamparo y desarraigo que golpea a muchos cubanos fuera de su patria. Ni el país que los acogió ni el país que los vio nacer parecen querer hacerse responsables de ellos.
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