La llegada de un informe preliminar de la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE. UU. (DIA) desmonta la narrativa oficial de Donald Trump sobre la eficacia de los bombardeos del 22 de junio en Irán: según el documento filtrado, el ataque no destruyó las instalaciones nucleares ni eliminó las reservas de uranio enriquecido, sino que únicamente retrasó el programa atómico iraní por unos pocos meses.
Fuentes citadas por CNN y The New York Times confirman que las infraestructuras subterráneas clave (como Fordow y Natanz) permanecen en gran medida intactas y que gran parte del uranio fue reubicado antes de los bombardeos.
Tras doce días de enfrentamientos aéreos y misiles entre Irán e Israel, el 24 de junio de 2025 el presidente Trump anunció el alto el fuego pactado entre ambas partes, describiéndolo como un paso hacia la paz en Oriente Medio.
El presidente iraní, Masud Pezeshkian, hizo público el fin de la “guerra de 12 días” y proclamó la victoria de Teherán, mientras que Benjamin Netanyahu afirmó que la ofensiva israelí había logrado “debilitar” el programa nuclear iraní.
La tregua, sin embargo, ha resultado especialmente frágil. Horas después de su entrada en vigor, Irán lanzó misiles contra la base aérea Al Udeid en Catar —la mayor instalación militar de EE. UU. en la región— sin causar víctimas, pero dejando en evidencia la capacidad de represalia de Teherán.
Israel se abstuvo de ataques directos a suelo iraní, aunque sus mandos advirtieron que la campaña podría reactivarse si se produjeran nuevas agresiones.
Durante las primeras horas del alto el fuego se produjeron denuncias cruzadas de violaciones: milicias progubernamentales iraníes dispararon cohetes contra posiciones israelíes en la frontera con Siria, y el ejército israelí respondió con drones y artillería ligera. A pesar de estas escaramuzas, las agresiones no alcanzaron el nivel de la fase más intensa de la guerra, y el alto el fuego parece mantenerse, según reportes de la agencia AP desde Tel Aviv y Teherán
Un punto crítico de toda la operación es la llamada “Operación Midnight Hammer”, ejecutada con bombas antibúnker GBU-57 y misiles Tomahawk contra Fordow, Natanz e Isfahán. Trump aseguró que estos ataques habían “obliterado” el programa nuclear iraní, pero el informe de la DIA contradice esa versión: los daños quedaron limitados a estructuras superficiales, mientras que las instalaciones subterráneas resistieron los bombardeos y siguen almacenando uranio enriquecido.
La Casa Blanca y el Pentágono han rechazado el informe de la DIA, calificándolo de “noticias falsas” y defendiendo el éxito de la operación como un “triunfo histórico”. Trump arremetió contra los medios críticos en Truth Social, acusándolos de traición y reafirmando que las instalaciones habían sido “totalmente destruidas”.
En la actualidad, la tregua sigue en vigor pero condicionada a inspecciones limitadas y a la promesa de ambas partes de no reanudar las hostilidades sin mediación internacional. Naciones Unidas y varios países europeos han ofrecido desplegar observadores para supervisar el cumplimiento del alto el fuego. No obstante, la estabilidad en Oriente Medio sigue pendiendo de un hilo: cualquier incumplimiento grave podría arrastrar a actores externos y desencadenar un nuevo ciclo de violencia.
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