El economista cubano Pedro Monreal respondió con contundencia a la reciente “autocrítica” del gobernante Miguel Díaz-Canel, quien en una entrevista oficial reconoció "algunos errores" en la conducción económica del país.
Monreal desmanteló los argumentos del mandatario al señalar que su reconocimiento fue superficial, evitando responsabilizar directamente al gobierno por el empobrecimiento generalizado de la sociedad cubana y por el colapso estructural de la economía nacional.
A través de un hilo en la red social X, Monreal acusó al gobierno de aplicar políticas económicas erradas, diseñadas e implementadas sin criterio técnico ni voluntad de corrección.
Citó como ejemplo el fallido programa de reordenamiento económico, que calificó como un experimento imprudente, ejecutado sin condiciones previas adecuadas para evitar consecuencias negativas previsibles. “No basta con reconocer que las cosas no salieron bien, cuando los errores eran anticipables y respondieron a malas decisiones de política”, denunció el economista.
Monreal también cuestionó la tendencia oficial de culpar exclusivamente al embargo estadounidense. En su análisis, insistió en que el deterioro económico es resultado directo de decisiones internas como la falta de inversión en sectores productivos esenciales.
Según señaló, el gobierno priorizó sectores como el turismo en detrimento de áreas vitales como la agricultura, lo cual no fue un accidente, sino una opción deliberada. Además, denunció el carácter improvisado de la unificación monetaria y cambiaria, cuya ineficiencia ha profundizado las distorsiones macroeconómicas.
"Decir que no se hizo un uso racional de los recursos no es una simple equivocación, sino el reflejo de un modelo fracasado basado en la planificación centralizada", afirmó Monreal, aludiendo al marco ideológico que sigue guiando la economía cubana.
También lamentó que el sistema carezca de mecanismos para corregir sus errores, por lo que repite los mismos fallos sin posibilidad de autotransformación real.
La crítica de Monreal cobra especial fuerza en un momento en que el propio gobierno admite situaciones extremas, como apagones de hasta 20 horas diarias y un sistema eléctrico al borde del colapso. Para el economista, lo verdaderamente grave es la resistencia del gobierno a aceptar su fracaso estructural, escudándose en justificaciones históricas que ya no convencen ni dentro ni fuera de la Isla.
En definitiva, la aparente autocrítica de Díaz-Canel no representa un cambio de rumbo, sino un intento por amortiguar la creciente presión social sin modificar los fundamentos del modelo autoritario y centralizado que ha llevado al país a la ruina.
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