La Administración Federal de Aviación (FAA) anunció la necesidad de implementar una nueva directiva de aeronavegabilidad que afectará a todos los modelos Boeing 787 Dreamliner registrados en Estados Unidos.
Esta medida surge tras detectarse un fallo serio en la función del transpondedor, un sistema esencial para evitar colisiones en vuelo. Según la FAA, la pérdida de esta función compromete la capacidad del avión para responder a interrogaciones del control de tráfico aéreo y de otros sistemas de vigilancia a bordo, generando potenciales riesgos durante la operación.
Las investigaciones técnicas revelaron que los transpondedores instalados en ciertos Boeing 787 presentan una vulnerabilidad frente a interferencias de onda continua. Esta interferencia puede causar la desactivación no detectada del Modo S del transpondedor, pieza clave para el correcto funcionamiento del sistema TCAS (Traffic Collision Avoidance System).
Como consecuencia, la tripulación podría no recibir alertas de proximidad con otras aeronaves, aumentando considerablemente el riesgo de colisiones.
Para corregir esta situación, la FAA exige el reemplazo obligatorio del hardware del sistema de vigilancia integrado en ambas unidades del avión afectado. El proceso incluye la instalación de componentes actualizados y pruebas funcionales exhaustivas, que se repetirán hasta confirmar el correcto funcionamiento.
Se estima que esta medida afectará a 150 aeronaves, incluyendo las flotas de United Airlines y American Airlines. El coste por avión se calcula en unos 53.001 dólares, acumulando un impacto económico total de aproximadamente 7,95 millones de dólares para las aerolíneas involucradas.
Paralelamente, la investigación sobre el reciente accidente de un Boeing 787 de Air India, en el que fallecieron más de 200 personas, arrojó una nueva uinformación, crucial, a partir del análisis de la segunda caja negra (registro de datos de vuelo). Los datos registrados confirmaron que el fallo del transpondedor fue uno de los factores determinantes que agravaron la situación. La caja negra evidenció que el sistema TCAS no emitió las alertas de colisión correspondientes debido a la desactivación silenciosa del Modo S del transpondedor.
Esta ausencia de alertas impidió que la tripulación tomara medidas preventivas a tiempo exacerbando la tragedia. Además, el registro de datos mostró que la interferencia que afectaba al transpondedor se produjo de forma intermitente, dificultando su detección en chequeos rutinarios previos.
Por esta razón, las autoridades internacionales, incluyendo a la FAA y a la Agencia de Seguridad Aérea de Japón, ordenaron inspecciones inmediatas y exhaustivas en todas las unidades de Boeing 787.
La confirmación de esta falla técnica no solo refuerza la urgencia de la directiva de aeronavegabilidad de la FAA, sino que también pone bajo la lupa los procedimientos de mantenimiento y certificación de los sistemas electrónicos de la aeronave. Las aerolíneas y fabricantes ahora enfrentan la presión de garantizar que ningún avión con estos defectos opere hasta completar las correcciones necesarias, priorizando la seguridad de los pasajeros y tripulación.