El corazón de La Habana llora cada día un poco más. Edificios históricos, verdaderos símbolos de nuestra identidad cultural, desaparecen lentamente ante la mirada indiferente de las autoridades y la complicidad de quienes deberían protegerlos.
El caso del antiguo Instituto de Diseño Industrial, ubicado en la intersección de Belascoain y Estrella, es un ejemplo doloroso de esta tragedia urbana. Construido en 1860, esta edificación sirvió como club para oficiales del Ejército Español, luego como hotel para la élite colonial, y durante las guerras de independencia albergó a las viudas de los oficiales.
Más tarde, en el siglo XX, funcionó como sede del Ministerio de Salubridad. Su valor patrimonial y arquitectónico es incalculable, pero hoy solo quedan ruinas.
Lo que debería ser un lugar protegido y admirado se ha convertido en escenario de saqueo diario. Individuos extraen horcones, ladrillos y tablas mientras custodios, lejos de impedirlo, parecen colaborar o al menos mirar hacia otro lado. Las redes sociales se han llenado de fotos y denuncias de ciudadanos que, impotentes, presencian cómo el patrimonio se esfuma.
Los robos “menores”, como ladrillos y piezas de construcción, no son más que la punta del iceberg. Las verdaderas joyas del edificio, como carpinterías de madera valiosa, marcos, puertas, ventanas y rejas únicas, desaparecen sin que exista rendición de cuentas.
Este fenómeno no es aislado. La Habana, y en general Cuba, sufre un deterioro sistemático de su patrimonio histórico debido a la corrupción y la negligencia. Funcionarios en todos los niveles políticos y económicos permiten que los ladroncillos de barrio sean la fachada de delitos mayores, asegurando que los bienes de mayor valor se pierdan sin registro. Como dice el refrán: “A río revuelto, ganancia de pescadores.”
Para quienes crecimos admirando estas construcciones, ver su destrucción es desgarrador. Vecinos, exalumnos y ciudadanos sienten impotencia y tristeza, conscientes de que cada ladrillo arrancado, cada reja sustraída, es un golpe a la memoria colectiva y a la historia de nuestra ciudad.
El tiempo corre y La Habana continúa perdiendo sus tesoros. Es urgente visibilizar estos hechos, exigir transparencia y protección real de nuestro patrimonio antes de que solo queden recuerdos y fotografías de lo que una vez fue orgullo de todos.
Del perfil de Cesáreo Navas
El sur de Florida se prepara para una ola de frío con temperaturas cercanas a los 4 °C
Hace 14 horas