El preso político Aníbal Yaciel Palau Jacinto, condenado a cinco años por participar en las protestas pacíficas del 11 de julio de 2021 (11J), lleva más de cinco días en huelga de hambre y sed en la prisión de Melena II, provincia de Mayabeque.
Su madre, Layda Yirkis Jacinto Abad, denuncia que no ha recibido información sobre su estado de salud y responsabiliza a las autoridades penitenciarias y a la Seguridad del Estado por lo que pueda sucederle.
“Aníbal está plantado voluntariamente. No come ni toma agua desde el miércoles. No está castigado, está en inanición total”, declaró Layda en un video difundido por el activista Marcel Valdés, donde visiblemente angustiada exige que cesen los abusos contra su hijo.
Según su testimonio, Aníbal fue golpeado brutalmente por un jefe del orden interior de la prisión, identificado como Roddy, luego de reclamar que durante una requisa le habían robado sus galletas. “Lo golpeó con el puño en el pómulo derecho mientras lo insultaba con palabras obscenas”, contó la madre, quien asegura que el joven cuenta con un certificado médico de lesiones.
Layda teme que las autoridades intenten fabricarle una nueva causa por “atentado”, justo cuando a su hijo le quedan solo ocho meses para salir en libertad. “Quieren provocarlo para hundirlo más. Pero mi hijo tiene dignidad, como todos los muchachos del 11J”, afirmó entre lágrimas.
El caso de Aníbal no es aislado. Decenas de jóvenes del 11J permanecen presos en condiciones infrahumanas, sometidos a castigos, aislamiento y golpizas, según denuncian familiares y organizaciones de derechos humanos.
Layda Yirkis, junto a Marta Perdomo y Liset Fonseca, se ha convertido en uno de los rostros más visibles de las madres del 11J. En enero de 2023 caminaron juntas hasta la iglesia de San José de las Lajas con un mensaje de esperanza: “Caminamos por la libertad de nuestros hijos. Son inocentes.”
Hoy, Layda repite su súplica, esta vez frente a una prisión: “Nos engañan, nos niegan la verdad, pero no vamos a dejar de luchar. Responsabilizo al régimen cubano por la vida de mi hijo.”
Mientras tanto, Aníbal Yaciel Palau sigue sin ingerir agua ni alimentos, en un acto desesperado de protesta contra la injusticia. Su historia es un grito más que se suma al de tantos presos políticos del 11J que, a pesar del silencio oficial, siguen resistiendo con dignidad y fe en la libertad.
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