La elección del cardenal estadounidense Robert Prevost como nuevo pontífice, bajo el nombre de León XIV, ha despertado un interés particular entre muchos cubanos, tanto dentro como fuera de la isla. Y no solo por su origen o por su carisma, sino por un gesto significativo que tuvo en el pasado y que hoy cobra especial relevancia: su encuentro con un joven opositor al régimen cubano durante una visita a La Habana en 2008.
En ese entonces, el ahora Papa León XIV era Prior General de la Orden de San Agustín y realizó un discreto pero simbólico recorrido pastoral por Cuba, que incluyó lugares poco comunes en las agendas eclesiásticas internacionales como Chambas, Ciego de Ávila, Holguín y La Habana. Su objetivo era apoyar la presencia de comunidades religiosas en un país donde la libertad religiosa ha sido históricamente limitada.
Durante ese viaje, Prevost no solo se reunió con obispos y sacerdotes, sino que también tuvo un breve pero importante encuentro con Harold Cepero, joven activista por los derechos humanos y estrecho colaborador del opositor Oswaldo Payá. Ambos fallecieron en 2012 en un accidente de tráfico aún no esclarecido, y cuya naturaleza ha sido cuestionada por organizaciones internacionales. La imagen de Prevost junto a Cepero, recientemente rescatada y verificada por la plataforma Cultura y Fe, ha sido interpretada como un mensaje de empatía hacia quienes luchan pacíficamente por la libertad en Cuba.
“Cuando lo vi salir al balcón del Vaticano, supe que lo conocía”, recordó emocionado el padre Ángel Andrés González, vicerector de la Ermita de la Caridad en Miami, quien compartió con Prevost durante aquel viaje. “Él mostró un interés genuino por el pueblo cubano, tanto en su dimensión espiritual como en su sufrimiento diario”.
Este gesto con la disidencia no ha pasado desapercibido, especialmente entre el exilio cubano, que ve en León XIV una figura capaz de combinar profundidad teológica con sensibilidad social. “No solo intentará revitalizar la Iglesia en Cuba, sino también acompañar al pueblo en su deseo de libertad”, afirmó el padre Ángel Andrés.
Aunque el régimen cubano envió un mensaje protocolar de felicitación, fue entre los fieles y defensores de los derechos humanos donde la elección de León XIV ha encendido una chispa de esperanza. “En él veo algo de Juan Pablo II, de Benedicto y de Francisco, pero también algo muy suyo: la voluntad de escuchar al que sufre en silencio”, declaró Milkós D. Sosa, creador de Cultura y Fe.
Las reacciones en redes sociales no se hicieron esperar. Para muchos cubanos, el nuevo Papa no es un rostro desconocido, sino alguien que ya una vez supo mirar a los ojos de quienes sueñan con una Cuba libre.
La frase con la que saludó al mundo desde el Vaticano ya resuena en el corazón del exilio: “No se desanimen en la misión. Hay esperanza.” Y esa esperanza, para muchos cubanos, lleva hoy el nombre de León XIV.
(Con información de Telemundo Miami)