Mientras millones de cubanos enfrentan una de las peores crisis energéticas y económicas en décadas —sometidos a apagones interminables, desabastecimiento de alimentos, medicinas y productos básicos— el dictador Miguel Díaz-Canel, acompañado por la NO primera dama Lis Cuesta y un nutrido equipo de guardaespaldas y funcionarios, continúa su ofensivo y lujoso periplo por Moscú, como si nada pasara en la Isla.
Después de su presencia en el Desfile conmemorativo del 80° aniversario de la victoria soviética contra el fascismo, donde Díaz-Canel se mostró sonriente al lado de Vladimir Putin y otros líderes autoritarios, la delegación cubana emprendió una jornada de lujo y ostentación, diametralmente opuesta a la realidad de la mayoría de los cubanos.
Primero se dirigieron al exclusivo restaurante Nobu Moscow, famoso por sus precios astronómicos y su cocina de fusión japonesa-peruana, inaccesible incluso para la clase media rusa.
Fuentes extraoficiales reportan que la comitiva degustó platos de lujo como caviar beluga, wagyu importado y sake de colección. Todo esto, mientras en Cuba las familias deben hacer colas de horas para conseguir pan o pollo, nos dice el reporte del medio digital La Tijera.
Posteriormente, la caravana blindada se desplazó a la imponente Catedral de Cristo Salvador, donde fueron recibidos por el patriarca ortodoxo Kiril, máximo representante de la Iglesia Rusa y aliado cercano del Kremlin. Allí, Díaz-Canel y Cuesta compartieron una “reflexiva” conversación sobre espiritualidad y cooperación religiosa y recibieron la bendición del líder eclesiástico en una ceremonia privada.
La jornada continuó con una visita guiada a la Galería Tretiakov, ícono del arte ruso, seguida por un paseo por el centro histórico de Moscú, con paradas en tiendas de lujo del área de Tverskaya y GUM, el centro comercial más exclusivo frente a la Plaza Roja.
Se reporta que parte del séquito realizó compras personales bajo estricta vigilancia de su equipo de seguridad, compuesto por una docena de guardaespaldas cubanos y personal del FSB ruso.
El contraste entre la opulencia del viaje y el sufrimiento cotidiano del pueblo cubano ha despertado duras críticas entre exiliados, activistas y ciudadanos dentro de Cuba, quienes ven en esta gira un insulto descarado a la dignidad del país.
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