“Somos la otra cara de la moneda. La que tratan de ocultar, de silenciar”, así comienza el clamor de Wilber Aguilar, un padre cubano que no se resigna al silencio ni al olvido.
Su hijo, Walnier Luis Aguilar Rivera, fue arrestado injustamente por participar en las históricas protestas del 11 de julio de 2021.
Como él, hay decenas de jóvenes que hoy languidecen tras las rejas solo por haber gritado “Libertad”.
La familia Aguilar, como muchas otras en Cuba, ha sido empujada al abismo de la angustia y la resistencia. Mientras el régimen cubano continúa su campaña de propaganda y represión, la verdad se abre paso con voces como la de Wilber. Él, valiente y sereno, ha convertido su dolor en denuncia. “La realidad cae por gravedad”, dice, porque ya no hay mentira que oculte el sufrimiento que envuelve a miles de hogares cubanos.
Los gritos de Wilber son también los gritos de una nación que apenas puede dormir. Porque en Cuba, la injusticia no da tregua: los apagones, la escasez, el hambre, y la represión quitan el sueño a un pueblo entero. Pero aún más lacerante es ver cómo los hijos son arrancados de sus casas, criminalizados por ejercer derechos tan elementales como expresarse o manifestarse.
“Todos los cubanos que sueñen con la libertad son mis hermanos”, afirma Wilber.
Y en esa frase se encierra la semilla de una nación futura: la que se construirá no desde la venganza, sino desde la hermandad y la verdad.
Hoy, Wilber pide lo más humano que puede pedir un padre: justicia para su hijo, libertad para los presos políticos, paz para las familias cubanas.
Y alza la voz con la fuerza de quien ya no puede ser silenciado: "¡Viva Cuba Libre!", dijo wilber Aguilar.
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