La selección masculina de baloncesto de Cuba se alista para afrontar desde el 27 de noviembre la primera Ventana Mundialista de FIBA Américas rumbo a la Copa del Mundo 2027, un reto que supone el inicio de un camino complejo, pero cargado de expectativas dentro del baloncesto caribeño. En el Grupo D, Cuba comparte escenario con Argentina, Uruguay y Panamá, tres rivales de mayor tradición internacional, lo que convierte cada partido en una oportunidad pero también en una prueba de fuego para el conjunto antillano.
El debut no podría ser más exigente: Cuba recibirá a Argentina el 27 de noviembre en el Coliseo de la Ciudad Deportiva de La Habana, en un duelo que llega con fuertes contrastes. Argentina, número 7 del último ranking de FIBA Américas, parte como favorita por su profundidad, experiencia y estructura competitiva. Cuba, por su parte, viene de completar un tránsito positivo por los preclasificatorios, mostrando disciplina defensiva, mayor fortaleza física y un juego más ordenado alrededor de su base y su pivot titular. Sin embargo, la brecha histórica entre ambos elencos hace que cualquier resultado positivo sea valioso. La revancha llegará el 1 de diciembre en el Estadio Obras Sanitarias de Buenos Aires, en un ambiente donde la albiceleste suele hacerse fuerte.
La aspiración cubana de avanzar a la siguiente ronda pasa necesariamente por competir con intensidad ante Argentina y, sobre todo, sumar victorias contra Uruguay y Panamá, rivales directos en la lucha por los boletos. El formato de ventanas premia la regularidad, por lo que un buen arranque en esta primera fase puede marcar la diferencia. La diferencia de puntos también puede resultar decisiva en eventuales empates, por lo que Cuba deberá reducir al mínimo las derrotas amplias y aprovechar cada posesión.
Aunque el favoritismo no está de su lado, la selección llega con un núcleo más maduro, algunos jugadores con experiencia internacional y un creciente apoyo de la afición local. La Ventana Mundialista no solo representa el comienzo de un nuevo ciclo, sino una oportunidad para medir hasta dónde puede escalar el baloncesto cubano en un continente cada vez más competitivo. Si Cuba logra combinar disciplina táctica, energía defensiva y un funcionamiento estable en ataque, podría sorprender y colocarse en la conversación por una clasificación que hoy parece difícil, pero no imposible.
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