Una nueva filtración ha encendido las alarmas en el ya tenso proceso judicial que enfrenta Alejandro Gil Fernández, exministro de Economía de Cuba, destituido abruptamente a comienzos de 2024 y actualmente bajo investigación por cargos de espionaje. Según información divulgada por una fuente anónima, Gil habría actuado como agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) o habría suministrado datos sensibles al servicio de inteligencia estadounidense, una acusación que, de confirmarse, transformaría completamente la narrativa oficial en torno a su caída.
Mientras el régimen cubano mantiene silencio sobre la naturaleza exacta de las imputaciones, María Victoria Gil, hermana del exministro, asegura que detrás del proceso se encuentra la mano del primer ministro Manuel Marrero Cruz, a quien responsabiliza de impulsar una causa “fabricada” con fines políticos. Según ella, la familia ha sido mantenida en la oscuridad sobre el destino de Gil, quien podría enfrentar una sentencia de cadena perpetua si finalmente es acusado de traición o espionaje.
La posible conexión con la CIA, revelada públicamente por el periodista Javier Díaz desde su perfil en Facebook, ha generado un fuerte impacto en redes sociales y entre analistas del escenario político cubano. De ser cierta la filtración, el caso implicaría no solo una fractura profunda en la estructura interna del poder en La Habana, sino también un potencial conflicto diplomático entre Estados Unidos y Cuba.
“Si Washington confirma que Gil colaboraba con la CIA, su rol dentro del Gobierno cubano adquiere una dimensión totalmente distinta”, afirmó Díaz, quien subrayó que aún no existe pronunciamiento oficial por parte de autoridades estadounidenses.
Analistas señalan que un reconocimiento de esta naturaleza sería extremadamente inusual, aunque no imposible, y dependería de cálculos políticos y estratégicos.
La opacidad del proceso, sumada al hermetismo del Gobierno, alimenta toda clase de especulaciones.
Para la familia del exministro, la situación es angustiante. María Victoria insiste en que Gil ha sido utilizado como “chivo expiatorio” en medio de las crecientes tensiones económicas y políticas del país.
Por ahora, el caso permanece rodeado de interrogantes. La ciudadanía, tanto dentro como fuera de Cuba, espera que las autoridades rompan el silencio y aclaren el destino del que fuera una de las figuras más visibles del aparato económico cubano.
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