En la madrugada de este miércoles, un hecho inusual mantuvo en tensión a vecinos y autoridades de Sancti Spíritus: Víctor, un babuino sagrado del zoológico provincial, logró forzar el candado de su jaula y salir de la instalación. Aunque ya había roto el mecanismo en otras ocasiones, era la primera vez que abandonaba el recinto.
La dirección del zoológico confirmó que el animal, conocido por su inteligencia y fuerza, se dirigió hacia el caserío cercano a la institución, una zona donde la proximidad entre viviendas y áreas de fauna en cautiverio representa un riesgo. Cuando los operarios lo localizaron, el primate se encontraba sobre un muro exterior, observando atentamente el entorno.
Ante la situación, se activó el protocolo de emergencia: evacuación del área, cierre de viviendas, aviso a las autoridades locales y a la Empresa Cubana de Zoológicos. Efectivos del Ministerio del Interior, Tropas Especiales y el equipo veterinario llegaron rápidamente para intentar controlar al animal mediante anestesia. Los primeros disparos con dardos no surtieron efecto, hasta que un cuarto logró desestabilizarlo parcialmente.
El técnico veterinario Adalberto Piloto Cepero, quien durante tres años ha estado a cargo del cuidado de Víctor, llegó desde Villa Clara apenas fue informado. Según relató, el animal se calmó en cuanto escuchó su voz, lo que permitió que los rescatistas avanzaran sin violencia y lograran sujetarlo con una malla para devolverlo a su jaula.
La dirección del zoológico reconoció que el incidente evidenció fallas de seguridad previamente detectadas. Como respuesta inmediata, se implementará un sistema de protección para los candados de las jaulas, con campanas metálicas que impedirán que los animales accedan a los mecanismos y también los resguardarán de la lluvia.
El babuino sagrado (Papio hamadryas), especie originaria del Cuerno de África y la Península Arábiga, se caracteriza por su fuerza y temperamento dominante. En el zoológico espirituano es el único primate que consume carne y, aunque nunca ha agredido a un trabajador, sí ha mostrado comportamientos dominantes hacia otros ejemplares. Por su naturaleza, las medidas de manejo son estrictas: cuidadores fijos, distancias definidas y rutinas precisas.
El operativo concluyó sin daños, tanto para los vecinos como para el propio animal, un desenlace que las autoridades consideran afortunado dada la potencial peligrosidad de la especie. El caso vuelve a poner sobre la mesa la convivencia entre instalaciones de este tipo y zonas residenciales, un viejo problema urbanístico que quedó de nuevo expuesto por el escape.
Gracias a la rápida actuación del personal del zoológico, las fuerzas de seguridad y el vínculo del técnico con el animal, Víctor regresó a su jaula sin incidentes. El episodio deja una lección clara: la responsabilidad de garantizar la seguridad y el bienestar de la fauna en cautiverio recae en la infraestructura y los protocolos humanos, no en los instintos de los animales.
Con la instalación reforzando sus mecanismos de protección, el barrio colindante amanece con una historia singular: la noche en que un babuino puso a prueba la seguridad del zoológico y obligó a mejorarla.
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