En medio de una crisis sanitaria cada vez más grave y cuando miles de familias santiagueras aún intentan recuperarse del impacto del huracán Melissa, las autoridades locales continúan vendiendo latas de pescado vencidas, según denunció el activista Elías Navarro en su perfil de Facebook.
Las latas —con fecha de caducidad el 5 de noviembre de 2025, es decir, 15 días después de expirar— se ofrecen a 40 pesos cubanos, incluso entre damnificados del ciclón y personas afectadas por los brotes de dengue y chikunguña que golpean la provincia. Navarro acompañó su denuncia con imágenes del producto y un mensaje directo: “¿Creen ustedes que es justo vender a un pueblo contaminado por diversos virus, en medio de una emergencia sanitaria, unas latas que ya expiraron hace 15 días? ¿Dónde están los productos frescos donados por diversos países y organizaciones internacionales?”
El activista recordó que, mientras países como Jamaica distribuyen de forma gratuita las donaciones enviadas tras el paso de Melissa, en Cuba se venden alimentos de baja calidad, incluso en zonas devastadas y con condiciones epidemiológicas críticas. Tras su denuncia, un usuario afín al régimen lo acusó de “traidor” y pidió que fuera “procesado” por señalar que los alimentos estaban siendo comercializados en lugar de entregados a los damnificados. El comentarista oficialista escribió: “Se han entregado, no se han vendido. Los que escriben así debían ser procesados por calumniosos y traidores.”
Esta polémica no surge de la nada. El 9 de noviembre, el periodista Yosmany Mayeta Labrada —reconocido por su cercanía con la realidad cubana— había alertado sobre la misma situación: “Lata vieja en salmuera, cuento mal maquillao’; Santiago pide ayuda y le venden pescao’ pasao’. Dime ‘Johnson’, si esta caballa en salmuera es pa’ comer o echársela a los animales.” Sus palabras anticiparon el problema que hoy estalla en redes: el Estado está comercializando productos vencidos en una provincia sumida en la emergencia.
Todo ocurre en un Santiago de Cuba donde confluyen múltiples crisis:bajo porcentaje de recuperación eléctrica tras el huracán,explosión de arbovirosis,hospitales sin medicinas ni personal suficiente,escasez alimentaria severa,una población exhausta, vulnerable y sin respuestas institucionales.
En este contexto, la venta de alimentos caducados no solo pone en evidencia negligencia estatal, sino una profunda falta de ética hacia comunidades que sobreviven entre mosquitos, apagones, calles bloqueadas y viviendas destruidas.
Y surge la pregunta inevitable: si miles de toneladas de ayuda humanitaria han llegado al país —incluida la enviada por Venezuela, México y organizaciones internacionales—, ¿por qué los damnificados reciben comida vencida y de pago?