Este domingo, en medio de una crisis energética que no da tregua a la población cubana, medios afines al régimen informaron sobre la llegada de un donativo de piezas y accesorios para los grupos electrógenos del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) de la isla.
Este envío, parte de un acuerdo alcanzado entre el dictador Miguel Díaz-Canel y el presidente chino Xi Jinping, refuerza una relación que se presenta como la única tabla de salvación para un gobierno incapaz de resolver los problemas internos. Sin embargo, este gesto solo muestra la dependencia de la dictadura cubana de potencias extranjeras para paliar su incapacidad de gobernar.
El donativo, que incluye repuestos vitales para los generadores, no resolverá de inmediato los severos apagones que afectan a toda Cuba. Se proyecta que los componentes lleguen por vía marítima en los próximos siete meses, pero hasta entonces, la población seguirá viviendo bajo el yugo de la mala planificación energética y el colapso constante de las principales plantas generadoras. A pesar de los anuncios oficiales, los ciudadanos continuarán sufriendo cortes de electricidad masivos, mientras el gobierno de Díaz-Canel sigue dando excusas y esperando la "ayuda externa" para salir del atolladero.
El gobierno cubano también presentó un plan ambicioso para 2025, que incluye la adición de 1,200 megavatios (MW) al SEN mediante parques solares. Sin embargo, los analistas son escépticos de la viabilidad de esta propuesta, que llega en medio de una profunda crisis económica, con un país al borde de la quiebra. Según el régimen, esta estrategia busca reducir las interrupciones eléctricas y avanzar hacia una "soberanía energética", pero las promesas de energías renovables se quedan en el papel. Los 1,000 MW proyectados para 2025 están muy por debajo de los 1,800 MW inicialmente planteados, y la capacidad instalada de energía solar sigue siendo insuficiente para transformar un sistema eléctrico que sigue siendo obsoleto y dependiente de fuentes de energía tradicionales.
Mientras tanto, el gobierno asegura que se aumentará el salario a los trabajadores del sector eléctrico en enero, un intento desesperado de mejorar la operatividad de un sistema que parece estar al borde del colapso total. Pero las soluciones que propone el régimen son parches que no abordan el problema de fondo: la falta de inversión y la falta de capacidad técnica para modernizar el SEN. Los expertos calculan que la modernización total de la infraestructura eléctrica cubana, con una capacidad instalada actual de 6,000 MW, podría costar entre 6,000 y 30,000 millones de dólares, una cifra inalcanzable para un gobierno cuyo acceso a créditos internacionales está severamente restringido por el aislamiento económico.
La crisis energética en Cuba sigue siendo una de las principales debilidades del régimen de Díaz-Canel, que enfrenta un creciente descontento social por los apagones continuos. A medida que el pueblo cubano sigue luchando con una infraestructura eléctrica obsoleta y una economía desmoronada, el régimen se aferra a su alianza con China como una forma de sobrevivir, mientras las promesas de solución se siguen dilatando en un futuro cada vez más incierto.
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