El presidente de Estados Unidos Donald Trump ha elevado significativamente la tensión geopolítica al declarar que “nadie sabe lo que voy a hacer” cuando fue interrogado sobre una posible ofensiva militar contra Irán.
La ambigua pero desafiante declaración fue hecha desde la Casa Blanca tras su regreso anticipado de la cumbre del G7. Trump abandonó la reunión de líderes mundiales para reunirse con su Consejo de Seguridad Nacional, en un contexto marcado por la ofensiva israelí sobre instalaciones nucleares iraníes.
Según el mandatario, Irán “tuvo su oportunidad” de negociar, pero no la aprovechó. "Podrían haberlo hecho hace dos semanas. Habrían tenido un país", dijo. Ahora considera que "es demasiado tarde", pese a que asegura que Teherán se ha acercado con propuestas.
Trump sostiene que la situación cambió drásticamente desde que expiró el plazo de 60 días que él mismo impuso para renegociar un acuerdo nuclear. Al día siguiente, Israel inició sus bombardeos.
"Irán tiene muchos problemas y está completamente indefenso. No tienen defensa aérea. Es muy triste", afirmó el presidente, dejando entrever una percepción de superioridad militar que, en sus palabras, justificaría cualquier eventual acción bélica. Sin embargo, no ha confirmado una intervención inminente, lo que genera un clima de incertidumbre sobre los próximos pasos de Washington.
Desde Teherán, la respuesta no se hizo esperar. El líder supremo Alí Jamenei advirtió que cualquier ataque por parte de Estados Unidos “será respondido con un daño irreparable”. Acusó a Israel de cometer un “enorme error” al iniciar la guerra y calificó de inaceptable cualquier intento de intimidación. “Quien conozca al pueblo iraní sabe que no se le puede hablar con amenazas”, sentenció.
"Irán, según fuentes de inteligencia citadas por el New York Times, habría comenzado a preparar misiles y equipamiento para responder a bases estadounidenses si EE. UU. entra en el conflicto." A ello se suma la creciente preocupación en torno a Fordow, una instalación subterránea clave en el programa nuclear iraní. Su destrucción requeriría bombas antibúnker especializadas, lo que implicaría una operación de alta escala por parte de la aviación estadounidense.
La escalada verbal y militar sitúa al Golfo Pérsico en una nueva fase de volatilidad. Aunque Trump aún no ha decidido si atacará, su retórica y los movimientos recientes apuntan a que “lo impensable” ya no puede descartarse.
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