La cancelación de la telenovela brasileña Tierra de deseos ha generado frustración en muchos hogares cubanos. Anunciada como una de las grandes apuestas para el verano, la producción fue retirada de la parrilla de programación debido a la imposibilidad del Instituto de Información y Comunicación Social de saldar una deuda con la poderosa cadena Globo. El impago acumulado provoca que la esperada novela no llegue a la pantalla, rompiendo una tradición televisiva profundamente arraigada en la cultura cubana.
El anuncio fue confirmado por Coralia Aguilera Hernández, Directora de Programación, quien explicó que, en lugar de la telenovela brasileña, se emitirá la teleserie Mentiras desesperadas. Esta decisión ha sido recibida con desánimo por buena parte del público. La serie alternativa, ya transmitida en Multivisión, no consiguió capturar el mismo interés que las clásicas telenovelas brasileñas, apreciadas por su narrativa, actuaciones y alta producción.
"Esta no es solo la cancelación de un programa de televisión, sino una evidencia más del deterioro de los servicios culturales en la Isla", comenta una seguidora habitual. El vínculo entre los cubanos y las telenovelas brasileñas se remonta desde los años 80 hasta la actualidad; títulos como Doña Bella, La Esclava Isaura, Roque Santeiro, El rey del ganado, Avenida Brasil o Señora del Destino marcaron épocas de estrecha unión entre la productora brasileña y la teleaudiencia cubana. Para muchos, estas historias no solo eran entretenimiento, sino parte de su cotidianidad, espejos emocionales y sociales.
El reemplazo no convence y la audiencia reacciona con escepticismo. Mentiras desesperadas no logra llenar el vacío dejado por la telenovela brasileña. A pesar de tratarse de una propuesta moderna que combina el melodrama con los formatos actuales de las series, su estilo narrativo y ritmo más pausado no conectan con la audiencia cubana. Algunos espectadores incluso afirman que su emisión en horario estelar resulta “anticlimática” para un público acostumbrado a tramas más dinámicas y emocionalmente intensas.
"Me pareció más una serie lenta que una novela apasionante. No me atrapó", expresó una espectadora en redes sociales. Este rechazo no solo pone en evidencia un desacierto en la programación, sino también las crecientes dificultades de la televisión nacional para acceder a contenidos internacionales de calidad.
El contexto económico nacional, las restricciones presupuestarias y la pérdida de poder adquisitivo de las instituciones culturales siguen impactando de forma directa en la oferta televisiva del país.
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