Ahora sí que el meme va a estar a “pululu”, como diría el cubano de a pie. La frase de Jorge Luis Broche Lorenzo, jefe del Departamento Económico Productivo del Comité Central, durante el Congreso de la Asociación de Economistas, ha dejado a muchos sin palabras: "La economía no puede seguir siendo un terreno de improvisaciones."
¿Perdón? ¿Acaso están reconociendo —por fin— lo que millones llevan décadas denunciando? Que no ha habido planificación, ni ciencia, ni verdadera estrategia. Solo la voluntad oscilante de quienes mandan y que, en lugar de construir futuro, han jugado con las vidas de generaciones enteras. “Improvisación” no es solo una palabra mal dicha, es la confesión de un fracaso sistémico.
"Los que han sido censurados, expulsados, difamados o incluso forzados al exilio por señalar el desastre económico, hoy ven cómo, desde el mismo poder, se acepta lo que ellos denunciaron desde el principio." Una élite que se escuda en discursos triunfalistas y que ahora reconoce, casi con cinismo, que han dirigido el país a base de ocurrencias.
“Resistencia creativa”, ese eufemismo que suena a consigna poética pero que ha sido el disfraz de la miseria cotidiana, queda desnudada. El chiste —que no da risa— ha sido administrado desde arriba, desde la cima de un poder que no rinde cuentas.
“Repentistas de la economía”, como bien dijo una comentarista, donde “meter el pie” se ha vuelto más literal que simbólico. "¿Cómo explicar que el país es gobernado como quien improvisa una décima, sin estructura ni sustento técnico, mientras el costo lo ha pagado el pueblo con escasez, emigración y desesperanza?"
El bloqueo ha sido útil como coartada, pero no explica la falta de rumbo, de transparencia, ni el desdén por el conocimiento real. Hoy, tras esta admisión, el verdadero escándalo no es lo que se dijo, sino todo lo que implica. Que no fue un error aislado, sino un patrón. Que no ha habido responsabilidad, sino impunidad. Que esta confesión no será investigada, ni enmendada, ni castigada.
"El humor cubano reacciona, sí, con memes y sarcasmo. Pero bajo la risa, hay rabia. Porque el meme sería gracioso si no doliera tanto. Porque detrás del meme, hay un país que sangra en silencio. Y eso, no hay meme que lo arregle."
Del perfil del intelectual Arturo Mesa
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