El querido actor cubano Jorge Losada, figura emblemática del cine, la televisión y el teatro en la Isla, atraviesa actualmente un proceso de recuperación física tras haber enfrentado complicaciones de salud que preocuparon profundamente a sus seguidores.
Sin embargo, y a pesar del abandono por parte de las instituciones culturales oficiales, Losada no está solo. Una ola de afecto, apoyo y acompañamiento ha surgido desde la comunidad artística independiente y de una ciudadanía que, fuera de todo aparato estatal, demuestra lo que significa cuidar, querer y no olvidar.
En un país donde el olvido institucional suele marcar la última etapa de muchos artistas, el caso de Losada es una muestra esperanzadora de que la memoria viva y el cariño popular aún tienen fuerza. Desde amigos íntimos hasta actores jóvenes y admiradores anónimos, todos han aportado algo: visitas, alimentos, medicamentos, publicaciones de aliento en redes sociales, pequeñas ayudas económicas o gestos de compañía que valen oro. En tiempos duros, la solidaridad se convierte en arte.
Jorge Losada ha sido durante décadas un rostro familiar para los cubanos. Lo vimos en entrañables papeles televisivos, en memorables escenas teatrales, y en películas que ya forman parte del patrimonio afectivo de varias generaciones. Su talento y carisma lo convirtieron en uno de esos actores que, sin necesidad de propaganda oficial, se ganó un lugar en el corazón del público.
Losada representa un tipo de artista que no necesita grandes campañas ni reconocimientos de Estado para brillar: su obra vive en la gente. Esa misma gente, que lo aplaudió en salas oscuras o lo recibió en sus hogares a través de una pantalla, hoy lo abraza de otra forma, más íntima y necesaria.
Celebramos su paulatina recuperación y también el gesto colectivo que lo acompaña. Cuba sigue siendo un país donde la cultura se construye desde abajo, con dignidad, memoria y afecto. El arte no se abandona. Los artistas tampoco. Por eso cada paso que da Jorge Losada hacia su restablecimiento es una victoria de la comunidad cultural, esa que no olvida, esa que sí está.
Del perfil de La Tijera
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