La desesperación y el temor llevaron a varios migrantes de Centroamérica y Venezuela a tomar la decisión de cruzar las peligrosas aguas del río Bravo, acompañados, además, por sus hijos.
Tras una larga espera de alrededor de 3 a 5 meses en la ciudad de Matamoros, perteneciente a Tamaulipas, los indocumentados quisieron correr el riesgo porque entendieron que era mucha la espera.
“El río es fuerte pero ahorita no está tan fuerte. Todos vamos a pasar caminando”, dijo una migrante en exclusiva a Univision, en tanto argumentó que lo hacían “con dolor” porque preferían que hubiera sido diferente.
Hace pocos días, trascendió la dolorosa noticia de la desaparición de un padre y su pequeña hija en esas turbulentas aguas, novedad que conmocionó a varios países del mundo.
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