La líder de las opositoras cubanas Damas de Blanco, Berta Soler, fue detenida nuevamente este domingo en La Habana, según denunció su esposo, el ex preso político Ángel Moya. El arresto ocurrió al mediodía cuando Soler salía de la sede del movimiento disidente femenino, ubicada en Lawton. Este es el tercer arresto consecutivo de la activista en las últimas semanas.
Soler ha sido advertida por agentes de la Seguridad del Estado con una "detención sin regreso" si continúa manifestándose por la liberación de los presos políticos. Moya señaló que este es el "domingo número 98 represivo contra las Damas de Blanco", durante los cuales las integrantes del movimiento han sido retenidas por la policía para impedirles asistir a misa en iglesias católicas de La Habana, así como en localidades de Matanzas y Villa Clara.
En una entrevista con EFE en junio pasado, Soler afirmó que la represión contra el colectivo femenino se ha intensificado recientemente. Las Damas de Blanco surgieron en 2003 como iniciativa de mujeres familiares de los 75 disidentes y periodistas independientes condenados a largas penas de cárcel durante la "primavera negra". Este movimiento se identifica por vestirse de blanco y realizar marchas dominicales tras asistir a misa en una iglesia católica.
En 2005, las Damas de Blanco recibieron el premio Sájarov a la Libertad de Conciencia del Parlamento Europeo, en reconocimiento a su lucha pacífica por los derechos humanos en Cuba
Las detenciones arbitrarias son una práctica recurrente contra las Damas de Blanco. Cada domingo, las mujeres que intentan asistir a misa y participar en marchas pacíficas son arrestadas, golpeadas y, en algunos casos, liberadas horas después. Este patrón de detenciones tiene como objetivo disuadir y atemorizar a las activistas. Las integrantes del movimiento están bajo constante vigilancia. Agentes de la Seguridad del Estado a menudo rodean sus viviendas, monitorean sus movimientos y hostigan a sus familiares y vecinos. Este acoso busca aislarlas socialmente y limitar su capacidad de movilización.
Además de las detenciones, las Damas de Blanco son frecuentemente víctimas de violencia física durante las detenciones. Han reportado golpes, maltratos y amenazas por parte de la policía y agentes de seguridad. La violencia psicológica también es utilizada, con amenazas de encarcelamiento prolongado o agresiones a sus familiares.
El gobierno cubano ha llevado a cabo campañas de difamación en medios oficiales, acusando a las Damas de Blanco de ser mercenarias al servicio de potencias extranjeras. Estas campañas buscan desacreditar su causa y reducir el apoyo popular y internacional.
En ocasiones, las activistas han sido sometidas a restricciones de movilidad, impidiéndoles salir de sus viviendas o viajar a otras provincias. Esta táctica busca limitar su capacidad de organizarse y participar en eventos de protesta.
La persistencia de la represión contra las Damas de Blanco refleja la preocupación del gobierno cubano por el impacto de sus actividades. Este movimiento ha logrado mantener una visibilidad internacional significativa y ha recibido apoyo y reconocimientos, como el premio Sájarov, lo que aumenta la presión sobre el régimen.
Sin embargo, la continua represión también subraya los desafíos que enfrentan los movimientos opositores en Cuba. La combinación de violencia física, hostigamiento psicológico y campañas de difamación demuestra la determinación del gobierno de sofocar cualquier disidencia. A pesar de estas adversidades, la resistencia y el compromiso de las Damas de Blanco en su lucha por los derechos humanos y la libertad de los presos políticos son un testimonio de su valentía y determinación.
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