La cumbre de la OTAN celebrada en La Haya esta semana dejó en evidencia una creciente tensión entre Estados Unidos y España, luego de que el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, criticara duramente la negativa del gobierno de Pedro Sánchez a elevar el gasto militar al 5% del Producto Interno Bruto (PIB), como acordaron la mayoría de los países miembros de la Alianza.
“España se ha convertido en un gran problema dentro de la OTAN”, declaró Rubio en una entrevista con Politico, al señalar que Madrid ha optado por mantener un límite del 2,1% del PIB, argumentando que puede cumplir con sus compromisos sin sumarse al nuevo objetivo común. Según el funcionario estadounidense, esta decisión “complica” la relación con sus aliados y debilita el esfuerzo colectivo frente a amenazas como Rusia.
El nuevo compromiso adoptado por los 32 países miembros durante la cumbre establece un aumento progresivo del gasto en defensa hasta alcanzar el 5% del PIB antes de 2035, con un seguimiento anual de los avances nacionales. La declaración final resalta la necesidad de contar con una “Alianza más fuerte y preparada” ante la creciente inestabilidad global.
Sin embargo, España, junto a Bélgica y Eslovaquia, ha expresado reservas. El presidente Pedro Sánchez defendió públicamente su posición: “El debate no debe centrarse en el porcentaje, sino en las capacidades militares que cada Estado aporta”. Añadió que el aumento al 5% sería “un error” que afectaría el modelo económico y social del país.
En respuesta a las críticas, Sánchez fue enfático: “España no es el problema, es parte de la solución”. También reveló que no tuvo contacto con Donald Trump durante el evento, lo que calificó como una simple coincidencia.
Pero Trump, en su habitual tono confrontativo, amenazó con represalias comerciales si España no cumple con la meta. “Van a pagar, de una forma u otra. Si hay un acuerdo comercial con España, pagarán el doble”, advirtió en una rueda de prensa, asegurando que Madrid es el único país que “se niega abiertamente a cumplir”.
El desacuerdo pone de relieve una divergencia estructural en el seno de la OTAN. Mientras Washington insiste en que el compromiso financiero es esencial para una defensa efectiva, algunos países europeos alegan que el aumento podría generar tensiones fiscales internas y afectar otras áreas clave como salud y educación.
Estados Unidos actualmente asume cerca del 62% del presupuesto total de defensa de la Alianza, y busca una redistribución más equitativa de los costos. Rubio señaló que si todos los miembros cumplen con la meta del 5%, EE.UU. podría redirigir recursos hacia otros desafíos estratégicos sin debilitar su papel en Europa.
La meta propuesta contempla un 3,5% del PIB para gasto militar directo y un 1,5% adicional destinado a infraestructura, innovación tecnológica y seguridad de fronteras. Aunque no es vinculante legalmente, la presión política y económica para su cumplimiento es creciente.
España, por su parte, insiste en que ya está modernizando sus capacidades militares y cumpliendo con los requerimientos estratégicos de la OTAN, sin necesidad de duplicar su inversión actual. No obstante, la presión estadounidense y las divisiones internas dentro de la Alianza podrían hacer de este un tema recurrente en las relaciones transatlánticas durante los próximos años
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