Desde la Sala Respiratoria Mariana B del Hospital Pediátrico de Camagüey llega una denuncia que no podemos ignorar: baños saturados de heces y orina, ausencia de agua corriente y un hedor que pone en riesgo la salud de bebés y niños con infecciones respiratorias.
Padres y familiares, agotados y furiosos, claman por soluciones inmediatas; algunos ya anuncian que, si en 24 horas no obtienen respuestas, saldrán a exigirlas frente a la dirección del centro. La imagen no es solo insalubridad: es el fracaso de la protección sanitaria que merecen los más chicos.
Imagina dejar a tu hijo en manos de un hospital y encontrar, en lugar de higiene y cuidado, condiciones que multiplican el riesgo de infección. Padres relatan que deben salir de la sala para buscar agua, que los retretes se desbordan al intentar limpiarlos y que el personal, cuando existe, lucha con carencias que no pueden suplir con buenas intenciones.
Las mascotas y los roedores aparecen como testigos silenciosos de un sistema que opera por debajo de cualquier mínimo estándar sanitario.
Esta denuncia no es una excepción aislada: otras familias en la provincia han reportado salas abarrotadas, falta de medicinas y pacientes que pasan horas sin atención adecuada. Historias parecidas —de falta de insumos, baños en deplorable estado y salas colapsadas— han surgido en publicaciones y testimonios recientes que describen un patrón preocupante en centros de salud locales.
Cuando un hospital pediátrico —donde deberían primar protocolos de limpieza y aislamiento— no cumple con lo básico, estamos ante una falla grave de responsabilidad pública. Los niños, con defensas aún inmaduras, pagan la factura más alta.
No pedimos confrontación sin sentido: pedimos dignidad. Que las autoridades sanitarias inspeccionen, que se garantice agua potable, higiene y materiales, y que las familias reciban información clara. Que la comunidad civil, organizaciones locales y medios amplifiquen estas voces para evitar que el problema se normalice.
Si estás en Camagüey, acompaña a las familias en su reclamo pacífico: en la unidad, en la dirección del hospital o en la vía pública, siempre con responsabilidad y salvaguardando la seguridad de los niños.
Exigimos transparencia en las investigaciones, rendición de cuentas para quienes permitan este abandono, y presupuesto urgente para reparaciones. No es una petición política: es una demanda por vidas infantiles. Si te sumas, actúa con civismo y comparte hasta que las autoridades respondan. ¡Ya basta, ahora mismo!
Del perfil de José Luis Tan
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