Las recientes salidas de José Daniel Ferrer y Luis Robles de Cuba han provocado una oleada de reacciones entre intelectuales y activistas cubanos. Dos voces particularmente firmes —las de Alina Bárbara López Hernández y Mauricio de Miranda Parrondo— han coincidido en denunciar lo que consideran una práctica intolerable del régimen: ¡obligar al exilio a quienes disienten!.
Alina Bárbara, filósofa y ensayista reconocida por su postura crítica y su defensa del diálogo nacional, compartió en sus redes un texto de Mauricio de Miranda y añadió: “El régimen político que existe en Cuba cree erróneamente que es dueño del espacio y del movimiento. En eso parece más un sistema feudal que socialista o capitalista”.
Para López Hernández, el gobierno cubano actúa como si la nación fuera su propiedad privada, decidiendo quién puede permanecer o salir del país.
De Miranda, economista y académico, fue aún más directo: “Hoy han salido de Cuba José Daniel Ferrer y su familia. ¿De verdad que el Estado cubano reitera su compromiso inquebrantable con los derechos de todas las personas?”. En un análisis minucioso, el intelectual desmontó la retórica oficial, preguntándose si en Cuba se respetan realmente los artículos constitucionales que garantizan derechos básicos como la libre expresión, el movimiento, la participación política o la protección judicial.
Aunque reconoce sus diferencias ideológicas con Ferrer, Mauricio de Miranda expresó respeto por su “coraje, labor social y compromiso con la democracia y las libertades”. También recordó que Luis Robles, condenado por sostener un cartel pidiendo la libertad de Denis Solís, fue obligado a marchar a España.
“El régimen cubano parece ser muy exitoso en expulsar a sus ciudadanos, en lugar de promover una sociedad en la que todos quepamos”, lamentó.
Las publicaciones generaron cientos de comentarios en redes sociales, donde muchos cubanos expresaron indignación y apoyo. “¿Quién les dio derecho a expulsar a nadie de su patria?”, escribió una usuaria. Otros destacaron que cada salida forzosa es una derrota moral del Estado, una evidencia del fracaso político y social del sistema.
Para cerrar su reflexión, Mauricio fue categórico: “Cuba es de todos, no de quienes la gobiernan. La historia no los absolverá”.
Y Alina Bárbara coincidió: como todo sistema de exclusión, el régimen actual “también será parte del pasado”.
Ambos intelectuales dejan claro que la expulsión de los disidentes no es fortaleza del poder, sino prueba de su miedo. Y ese miedo —advierten— no puede frenar la historia, que tarde o temprano, pasará su factura.
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