El Hospital Oncológico de Camagüey amaneció esta semana con un silencio que duele más que cualquier diagnóstico... ¡sin medicamentos para atender a los pacientes que aguardaban sus ciclos de sueros!
Familias y enfermos se vieron obligados a regresar a sus casas, a la espera de que algún día el tratamiento indispensable estuviera disponible. La interrupción de terapias que en muchos casos son vitales para la supervivencia evidencia un colapso del sistema sanitario que va más allá de lo temporal o anecdótico.
No se trata solo de estadísticas, sino de vidas. Jóvenes, adultos y ancianos que mantienen la esperanza de luchar contra el cáncer se enfrentan ahora a la cruel realidad de que su enfermedad puede avanzar mientras el hospital carece de recursos básicos.
La desesperanza se apodera de quienes ya cargan con el peso emocional de una enfermedad devastadora. Algunos familiares lo expresan con claridad: “No es suficiente el sufrimiento de estar condenados a una enfermedad tan triste, sino que también deben aceptar morir por falta de algo tan esencial como los medicamentos”.
Este no es un problema aislado. Pacientes de toda la región centro-oriental de Cuba denuncian la falta recurrente de insumos médicos . Historias de traslado a otras provincias, de búsqueda de análisis en laboratorios alternativos y de compra de sueros y reactivos a precios prohibitivos se repiten como un patrón doloroso.
Incluso cuando los médicos y enfermeras muestran dedicación y profesionalismo, la carencia de recursos limita su capacidad de salvar vidas, transformando la esperanza en angustia.
El impacto no es solo físico, sino emocional. El estrés de enfrentar una enfermedad grave se combina con la impotencia de no poder acceder a tratamientos esenciales. Familias enteras se ven atrapadas en un sistema que falla en su misión más básica: garantizar la salud de la población.
Los comentarios en redes sociales reflejan indignación y desesperanza, con preguntas inevitables: ¿hasta cuándo?, ¿quién se hará responsable?, ¿cómo es posible que ocurran estas fallas en pleno siglo XXI?
Mientras tanto, los cubanos se aferran a la fe y la solidaridad, pero la realidad golpea con fuerza: la escasez de medicinas en hospitales oncológicos como el de Camagüey no es solo un descuido, es una tragedia silenciosa que exige atención inmediata. La vida de quienes luchan contra el cáncer no puede depender de la suerte ni de la improvisación. Cada día sin tratamiento es un riesgo que no debería existir.
Fuente: José Luis Tan
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