Mientras el gobierno cubano celebró el Primero de Mayo en la Plaza de la Revolución con pancartas, himnos y discursos que exaltan la resistencia y los “logros del socialismo”, muchas voces críticas fueron literalmente encerradas. No como metáfora: sitiadas en sus casas, bajo vigilancia policial, sin orden judicial y sin delito alguno.
Lara Crofs, licenciada en Historia del Arte, curadora y activista por los derechos humanos, amaneció ese día rodeada de agentes de la Seguridad del Estado. “Así amanecí hoy nuevamente. Sitiada. El motivo, según ese muchacho que ven ahí —un agente de la SE—, es que no puedo salir de mi casa por mi comportamiento. Al menos así me lo vociferó la última vez”, escribió Lara en su perfil de Facebook. “Una patrulla, una moto, cinco personas… y todo solo para mí. Ellos saben perfectamente que Dani no está en casa”, añadió, en referencia a su compañera.
La ironía no le pasó desapercibida. “¿Esa gente pensó que yo iría a desfilar el 1ro de Mayo? ¿Esa gente piensa?”, se preguntó, mientras compartía que a las 10 de la mañana el calor ya alcanzaría los 30 grados. Ni la opresión ni el calor disuadieron al régimen de desplegar su maquinaria para silenciar, reprimir y, simultáneamente, movilizar multitudes en un desfile que, más que una celebración del trabajo, parece cada año una puesta en escena obligatoria.
La profesora, historiadora e intelectual cubana Alina Bárbara López Hernández también denunció la situación desde su perfil personal, donde escribió: “1ro de Mayo… día del trabajo… Vigilancia policial sin causa abierta, violando el debido proceso de instrucción o investigación; en fin, retención forzada domiciliaria”. Su denuncia no se limita a lo individual, sino que señala el patrón de hostigamiento sistemático contra quienes expresan desacuerdo o cuestionan públicamente al gobierno.
Alina subraya además la contradicción brutal que define el contexto cubano actual: “Mientras no hay combustible para el transporte público, sí se garantiza para este tipo de operativo innecesario y para movilizar personal para un acto el cual no tiene sentido, pues los salarios no alcanzan ni para una semana”. La represión es prioritaria. El pan, el transporte, los medicamentos y el respeto a los derechos ciudadanos no.
El Primero de Mayo, día internacional de los trabajadores, se convierte así en Cuba en una jornada que exhibe no la unidad del pueblo, sino la distancia cada vez más abismal entre la ciudadanía crítica y el poder. Lara nuevamente sitiada en su casa, privada de su libertad sin causa legal, es una muestra elocuente del verdadero rostro del régimen: uno que teme a la palabra, al pensamiento independiente, a la dignidad.
Las movilizaciones oficiales no representan apoyo, sino presión y control. Y mientras el régimen gasta combustible y personal para contener a quienes piensan diferente, millones de cubanos enfrentan una vida diaria marcada por la escasez, los apagones, los bajos salarios y la desesperanza.
El desfile pasó. El silencio forzado continúa. Pero las voces, aunque intenten callarlas, siguen escribiendo, denunciando y resistiendo.
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