“Los precios crecen”, reconoció el ministro de Economía y Planificación, Joaquín Alonso Vázquez, en una reciente Mesa Redonda de la Televisión Cubana dedicada al “Programa de gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía”, actualmente en debate dentro de las organizaciones de masas afines al régimen.
El funcionario aseguró que se han detectado más de un millón de violaciones de precios en distintos sectores, lo que ha conllevado la imposición de multas y medidas contra los responsables.
Los mercados agropecuarios son señalados como el mejor termómetro del comportamiento de los precios para la población, al ser los establecimientos más visitados por el cubano promedio. Existe consenso en que se necesita una mayor oferta de productos para que los precios bajen, pero esa oferta depende no solo de los niveles productivos, sino también del tipo de comercialización.
La estrategia oficial ha sido contratar la mayor parte de las producciones agrícolas para llevarlas a los mercados estatales, cerrando el paso a los comercializadores privados, quienes con mayor eficiencia y rapidez abastecerían los mercados de oferta-demanda. Sin embargo, el sistema estatal de acopio se muestra sumamente ineficiente: con frecuencia no recoge las producciones, que terminan perdiéndose en los campos. A veces falta combustible, otras envases, y muchas veces los productos se pierden en la burocracia.
El resultado es claro: menos oferta en las tarimas, más dinero en circulación, hambre creciente entre los consumidores y precios que siguen subiendo.
En el marco del programa, algunos opinan que es hora de que el Gobierno comprenda que una menor presencia estatal en la agricultura —tanto en la producción como en la comercialización— es lo que permitiría que los campos cubanos proporcionen los alimentos que necesita la población.
El viceprimer ministro Óscar Pérez-Oliva Fraga, también titular de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, señaló que el programa concibe el “perfeccionamiento y actualización de los mecanismos de contratación y acopio de los productos agropecuarios”. Según dijo, la solución definitiva es incentivar la producción, incrementar la oferta y permitir que concurran en el mercado distintos actores para cumplir con la demanda de los clientes.
No obstante, quienes conocen la esencia totalitaria del castrismo dudan de que ese “perfeccionamiento” signifique realmente el fin del monopolio gubernamental sobre la contratación y comercialización de los productos del agro.
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