La Comisión Nacional de Béisbol informó oficialmente la suspensión inmediata del esperado partido entre los Cocodrilos de Matanzas y los Toros de Camagüey, tras un robo masivo dentro del estadio que dejó a varios peloteros prácticamente despojados de todas sus pertenencias. El hecho, grave por sí mismo, llega además en un momento especialmente crítico para la Serie Nacional, marcada por una acumulación de problemas que continúa deteriorando la imagen y las condiciones del principal torneo del país.
De acuerdo con el comunicado, durante los preparativos previos al partido individuos aún no identificados accedieron al dugout y al vestuario matancero, ejecutando un saqueo intencional: guantes personalizados, bates, protectores, spikes, teléfonos, carteras y efectos personales fueron sustraídos sin dejar rastro. Algunos peloteros quedaron únicamente con el uniforme que usaban para calentar.
Ante este golpe emocional y material, las autoridades deportivas y la dirección de Matanzas coincidieron en que no existían condiciones mínimas para disputar el juego. Un atleta no puede salir al terreno a competir tras ver invadido su espacio más íntimo y perder herramientas indispensables para su desempeño profesional.
Sin embargo, este lamentable incidente no es aislado: se suma a la extensa cadena de dificultades que ha marcado la Serie Nacional en los últimos meses. Problemas de transporte que han ocasionado atrasos y reprogramaciones; apagones y fallos eléctricos que han detenido juegos; conflictos con árbitros, incluidos desacuerdos y sanciones; decisiones polémicas de directores que han permitido la participación de jugadores impropios; además de fallas críticas en el hospedaje, la alimentación y la logística básica de varios equipos.
Todo ello ha configurado un escenario cada vez más complejo para atletas, entrenadores, árbitros y aficionados, quienes enfrentan una competencia marcada por la incertidumbre constante.
El robo dentro del estadio, en lo que debería ser un espacio seguro y protegido, representa un nuevo punto de quiebre. No solo afecta a Matanzas: golpea la credibilidad del torneo, erosiona la confianza y reabre el debate sobre el deterioro estructural de la Serie Nacional.
Las autoridades aseguran que ya se inició una investigación profunda para identificar a los responsables y que se tomarán medidas para fortalecer la seguridad en todos los parques del país. Pero este episodio confirma lo que muchos venían advirtiendo: el campeonato vive una crisis sostenida que exige respuestas urgentes y estructurales para proteger a los atletas y rescatar la dignidad del béisbol cubano.
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