La escena rompe el alma: una anciana maestra cubana, una mujer que dedicó su vida a educar a generaciones enteras, lleva cuatro días sin poder cobrar su pensión. Lo que el gobierno llama “pago” apenas alcanza para sobrevivir, y aun así, ni siquiera llega a tiempo. La historia fue contada por Alexis González en Facebook y se ha convertido en símbolo de lo que viven miles de jubilados en la Isla.
Alexis relata que la profesora —siempre humilde, siempre correcta— llegó nuevamente al banco sin un centavo y sin respuestas. Entre lágrimas confesó que no sabía cuándo podría cobrar: “No tengo un kilo. El banco ya cerró.” No pedía lujos, ni favores; pedía lo básico: poder comer.
En más de una ocasión, la maestra pasa por la cafetería de Alexis con pena, a veces pidiendo un dulce, un caramelito, algo para aguantar el día. Y es esa vergüenza —que nunca debería existir— lo más doloroso. Vergüenza por pedir lo que le corresponde. Vergüenza por haber sido abandonada por el mismo sistema al que le entregó su vida.
Alexis, indignado, decidió acompañarla al día siguiente al banco. Y casi por casualidad, el custodio avisó que ese día “por fin” habían depositado el dinero de los jubilados. Una pequeña alegría dentro de una realidad enorme y profundamente injusta.
Porque la pregunta sigue sin respuesta: ¿Es justo que quienes levantaron este país tengan que mendigar, es digno que una maestra cubana deambule llorando para cobrar lo que le pertenece?
Antes, los pagos llegaban a la casa. Hoy, los ancianos deben sobrevivir a colas interminables, bancos colapsados, tarjetas que no actualizan y funcionarios que los tratan como si fueran estorbos. Mientras tanto, comen poco, duermen con preocupaciones y viven en un abandono que nadie quiere reconocer oficialmente.
Alexis promete seguir ayudándola. Y en eso resume una verdad que se repite en toda la Isla: el pueblo salva al pueblo, porque ya nadie espera nada de quienes gobiernan. La solidaridad de los cubanos sigue siendo el último refugio de los más vulnerables.
Múltiples son los comentarios que ha despertado esta publicación. Jorge Viera manifiesta: “Duele ver a mi Cuba así. Y me pregunto, ¿esta señora no tiene descendientes? ¿Dónde está la familia? ¿Dónde está Dios?”
Valia Soler Borrell: “Es duro, pero es nuestra realidad.”
Manuel Fernández: “Una verdad triste, pero muy cierta.”
Dinorah Moreno: “¡Qué doloroso todo esto!”
Y así muchísimos más que se suman a la indignación de Alexis y a todas las buenas personas que unen su voz al reclamo de justicia para nuestros ancianos.
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