Con la inauguración oficial de la 41ª Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2025) en Expocuba, el Gobierno cubano abre una nueva edición de su mayor vitrina para captar divisas, atraer inversiones y mostrar dinamismo económico, en un momento marcado por la escasez de recursos y la creciente dependencia de capital extranjero.
FIHAV 2025 reúne a decenas de delegaciones y empresas de más de 40 países, en un escenario donde el Estado apuesta por sectores considerados estratégicos: energía, turismo, biotecnología, informática, alimentos y proyectos que requieren financiamiento externo para avanzar.
El discurso oficial insiste en que Cuba ofrece un entorno “seguro y estable” para los inversores, aunque persiste la tensión entre la urgencia de divisas y las limitaciones estructurales del país. La apuesta por la inversión extranjera se presenta como una vía casi obligada ante la incapacidad del Estado para generar ingresos propios suficientes.
La feria también abre espacio para actores no estatales y mipymes, aunque estas enfrentan barreras de acceso a créditos, trámites y alianzas.
FIHAV confirma que Cuba mantiene una estrategia dual: captar divisas a corto plazo mediante inversión externa y, al mismo tiempo, preservar un modelo económico altamente centralizado. Cada año se anuncian proyectos que no siempre pasan de la firma simbólica, ya sea por falta de financiamiento, demoras burocráticas o tensiones políticas. Por ello, aunque FIHAV 2025 genera expectativas, el impacto real suele ser mínimo.
Ante este panorama, muchos se cuestionan la necesidad de organizar una feria tan grande que no genere beneficios tangibles para los ciudadanos de a pie, o que se quede en la promesa de un evento anual sin resultados concretos.
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