Imagen tomada de Diario de Cuba
La Embajada de México en Cuba emitió este martes una advertencia sanitaria dirigida a sus ciudadanos ante la “compleja situación” epidemiológica del país, marcada por la circulación simultánea de dengue, zika, chikungunya y oropouche. La sede diplomática recomendó a quienes viajen a la Isla contar con seguro médico, usar repelente y registrarse en la plataforma de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
El aviso coincide con un reporte reciente de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que reveló que Cuba registró un promedio de 700 casos nuevos diarios de chikungunya en octubre —15.590 en total— para un acumulado de 20.062 casos en los primeros diez meses del año. La incidencia acumulada asciende a 183,43 contagios por cada 100.000 habitantes, la más alta de todas las Américas en 2025, por encima de Brasil y de los promedios del Caribe y el continente.
En este contexto, el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) y el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) presentaron un protocolo actualizado para el manejo clínico de la enfermedad, que continúa en aumento desde su detección inicial en Matanzas en julio de 2025. El documento detalla fases clínicas, criterios de gravedad y pautas especiales para embarazadas, neonatos y pacientes pediátricos, además de advertir sobre la aparición de formas severas con afectaciones neurológicas, cardíacas o renales en grupos vulnerables, así como riesgo de muerte en personas con comorbilidades.
Las autoridades sanitarias reconocen que el virus afecta principalmente a niños y que los menores de tres meses suelen presentar “fiebre alta de difícil manejo”. Las embarazadas, por su parte, requieren seguimiento estricto debido al riesgo de complicaciones.
La viceministra Carilda Peña confirmó este lunes un incremento de los casos febriles respecto a la semana anterior, con mayor incidencia en Matanzas, Cienfuegos, La Habana, Pinar del Río y Guantánamo. Agregó que los niveles más elevados de infestación por Aedes aegypti se concentran en Sancti Spíritus, Camagüey, Santiago de Cuba, La Habana y Villa Clara.
En Las Tunas, las autoridades activaron un tratamiento adulticida extradomiciliario como respuesta a la “circulación simultánea” de chikungunya, dengue y otros virus respiratorios, según el diario oficial Tiempo21. La estrategia incluye reorganización hospitalaria, fumigación focal e intradomiciliaria y campañas para elevar la “percepción de riesgo”, todo ello en medio de severas escaseces.
En Granma, la empresa Medilip inició la producción masiva de un repelente natural elaborado con nim y caña santa, en envases de 120 ml hasta dos litros. La empresa utiliza frascos y tapas reciclados ante la falta de suministros y asegura haber envasado 1.500 unidades, además de fabricar 80.000 frascos de hipoclorito de sodio al 1 % en el último mes.
Aunque el IPK insiste en la importancia de la detección temprana, la vigilancia epidemiológica y un manejo clínico basado en evidencia, el protocolo oficial omite mencionar el estado real de los hospitales: falta de medicamentos, insumos básicos, sueros, camas de terapia y equipos esenciales como el oxígeno medicinal.
Las redes sociales, sin embargo, vuelven a exponer la magnitud del deterioro. En Holguín, la usuaria Georgina Pérez pidió ayuda pública para conseguir una cama de terapia intensiva para su padre con diagnóstico de acidosis mixta, asegurando que tuvo que comprar “todo lo necesario” para su tratamiento, salvo la cama que el hospital no podía ofrecerle.
Otro testimonio, publicado por Reyna Rosales desde Bayamo, denuncia la situación vivida con su hijo de 12 años. “Mi niño por poco se me muere ayer… tenía 39 de fiebre y estaba delirando”, escribió. Al no poder administrarle Dipirona por una reacción adversa, explicó que en el policlínico “no tenían qué ponerle… no tenían suero”. Relató que tuvo que salir a buscar uno mientras esperaba una ambulancia. La crisis se agravó cuando el menor comenzó a convulsionar: “No había oxígeno y ya tenía las uñas y los labios cianóticos, estaba desorientado, no reconocía nada”.
Mientras las autoridades insisten en “elevar la percepción de riesgo” y reforzar las acciones antivectoriales, los testimonios ciudadanos muestran que la escasez de insumos médicos, la falta de personal y el deterioro de la infraestructura agravan el impacto de los brotes. La expansión del chikungunya, el dengue, el oropouche y otras enfermedades coincide con un sistema de salud que —según denuncias reiteradas— carece de los recursos básicos para responder a emergencias, garantizar hospitalización o asegurar un tratamiento adecuado.
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