Viktor Orbán, primer ministro de Hungría desde hace quince años, ha endurecido su cruzada contra los derechos LGTBIQ, convirtiendo a esta comunidad en el blanco más reciente de su política ultraconservadora.
En un nuevo episodio de su ofensiva autoritaria, su gobierno prohibió formalmente la tradicional Marcha del Orgullo en Budapest, alegando que debía “protegerse a la infancia”.
Sin embargo, la ciudadanía desafió abiertamente la orden. Miles de personas se congregaron en el centro de la ciudad, decididas a no rendirse ante una estrategia de represión que busca borrarles del espacio público.
La marcha, que desde hace tres décadas tiene lugar cada junio, se desarrolló este año en medio de un clima tenso y vigilado. A pesar de las amenazas de la policía, del intento de sabotaje por parte de grupos de ultraderecha y de la ilegalización oficial de la manifestación, activistas, personas LGTBIQ y simpatizantes de más de 30 países llenaron el centro de la capital húngara.
Fue un acto de resistencia, pero también una afirmación de identidad. “Tenía que estar aquí para defender los derechos humanos y la democracia”, declaró Verena, llegada desde Viena, con el escudo de Budapest teñido de arcoíris en su camiseta.
La actitud del gobierno de Orbán no es un fenómeno aislado. En Hungría, desde 2020, se han recortado derechos fundamentales para la comunidad queer: se ha impedido la adopción por parte de parejas del mismo sexo, prohibido el cambio legal de género y aprobado una ley que limita la representación pública de temas LGTBIQ en presencia de menores.
Se trata de una legislación que criminaliza la mera visibilidad de estas personas, comparada a menudo con la ley rusa contra la “propaganda homosexual”. Orbán no ha dudado en convertir a las minorías sexuales, como antes a los migrantes o refugiados, en enemigos internos.
Y sin embargo, la respuesta ciudadana en Budapest ha sido contundente. Jóvenes, mayores, locales y extranjeros alzaron la voz, no solo en defensa de sus propios derechos, sino por la idea misma de una Europa democrática y plural.
“Estamos aquí a favor de los derechos humanos y en contra de cómo el Gobierno de este país está machacando a las personas LGTBIQ”, dijo Camila, mexicana residente en Hungría. La marcha, finalmente, se celebró como un “evento municipal”, protegido por el alcalde de la ciudad, Gergely Karácsony, en abierta desobediencia al gobierno central.
La manifestación de Budapest ha dejado un mensaje claro: frente a los intentos de censura y represión, la dignidad no se esconde. El Orgullo sigue siendo una forma de resistencia.
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