El padre Alberto Reyes Pías, sacerdote cubano profundamente comprometido con el acompañamiento espiritual de su pueblo, se ha convertido en una de las voces más lúcidas del presente eclesiástico y social de Cuba.
En su habitual sección titulada He estado pensando…, el padre Alberto nos ofrece reflexiones semanales que entrelazan la fe con la vida cotidiana, denunciando con valentía las realidades que oprimen, animando con esperanza los caminos de cambio.
"He estado pensando en la necesidad de sanar el legado transgeneracional. Un legado es una herencia, algo que se recibe de aquellos que vinieron a la vida antes que nosotros.
"Cada generación transmite a la siguiente sus valores, su modo de pensar, su manera de comportarse… y es esta transmisión progresiva lo que llamamos “legado transgeneracional”; es la propuesta de vida que ha llegado a nosotros pasando de generación en generación.
"Respecto a este proceso, hay una noticia mala y una buena. La mala es que no siempre lo transmitido es provechoso, no siempre lo que recibimos en herencia es beneficioso.
"Por ejemplo, en las últimas décadas, ¿qué se nos ha transmitido de generación en generación? Se nos han transmitido muchos miedos: miedo a disentir, a expresarnos libremente, a decir lo que sentimos o pensamos cuando lo que sentimos o pensamos es contrario a lo que nos han enseñado como ´valores revolucionarios´.
"Se nos ha inculcado el miedo a protestar públicamente y a tomar cualquier iniciativa pacífica que desentone con los deseos de los que nos gobiernan, como puede ser la simple abstención a participar en un acto público convocado por ellos.
"Se nos ha transmitido el sometimiento como seguridad, el adoctrinamiento como cultura, la delación como un deber, la agresión al disidente como un acto heroico, la vida precaria y miserable como la virtud de resistir, la emigración como la solución a nuestros problemas…
"Esa es la noticia mala, pero hemos dicho que existe una buena, y la buena noticia surge cuando emerge en el seno de una sociedad una pregunta a la vez simple y poderosa: “¿Por qué?”.
"¿Por qué tiene que ser así?, ¿por qué no puede ser cambiada la sociedad?, ¿por qué tienen que permanecer en el poder los mismos de siempre, como si hubiésemos elegido una monarquía en lugar de una república?, ¿por qué tenemos que vivir con miedo a expresarnos, tanto con las palabras como con los gestos?, ¿por qué tenemos que emigrar, arrancarnos de esta tierra en la que nacimos y en la que tenemos familia, amigos, experiencias que amamos e irnos a recomenzar de cero en una tierra extraña, a la que nunca perteneceremos del todo por mucho que nos acoja? ¿Por qué?
"Es entonces cuando empieza a producirse la sanación del legado transgeneracional, es entonces cuando tomamos conciencia de que, si bien es importante salvar lo bueno que nos han transmitido, es igual de importante transformar lo que nos impide avanzar, progresar, y convertirnos en una generación nueva, libre de los prejuicios y errores del pasado, y capaz de ofrecer al presente y al futuro una vida mejor, más libre, más plena, más capaz de responder a las necesidades y desafíos de nuestro tiempo.
"Sí, definitivamente... ¡necesitamos sanar! porque mucho de lo que nos han transmitido a lo largo de estos años nos ha enfermado y estamos hartos de que sigan intentando hacernos creer que esta enfermedad es necesaria, heroica y, sobre todo, inamovible.
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