El gobierno cubano ha intensificado la promoción de la tarjeta prepago Clásica, un mecanismo financiero en dólares (USD) que facilita la compra en tiendas estatales y servicentros. Sin embargo, esta iniciativa no solo profundiza las desigualdades económicas en la Isla, sino que también refuerza la dependencia de la población del acceso a divisas extranjeras, consolidando el control económico del conglomerado GAESA.
La tarjeta Clásica es administrada por Fincimex y la Corporación CIMEX, ambas bajo la tutela de GAESA y ofrece descuentos en cadenas estatales como CIMEX, Tiendas Caribe y Trimagen, además de la compra de combustible. No obstante, su acceso está restringido a quienes poseen dólares o MLC, dejando excluidos a la mayoría de los cubanos cuyos ingresos son en pesos cubanos (CUP).
Con la crisis económica en aumento, el gobierno ha reducido la oferta de bienes en tiendas que operan en CUP, trasladando productos esenciales al circuito comercial en divisas. Esto provoca una situación insostenible donde la moneda nacional se devalúa y pierde su funcionalidad como medio de pago, generando una brecha insalvable entre quienes tienen acceso a dólares y quienes no.
La promoción de la tarjeta Clásica ha sido acompañada por una agresiva campaña propagandística en redes sociales y medios estatales. Publicaciones de Tiendas Caribe y Fincimex destacan descuentos de hasta el 10% en la cadena turística Gaviota y entre un 5% y 6% en otras entidades estatales. Sin embargo, estos beneficios solo están disponibles para aquellos con acceso a divisas, perpetuando una economía segmentada.
Otro factor que acentúa la desigualdad es que la tarjeta solo permite recargas en USD, excluyendo monedas convertibles como el euro o el dólar canadiense. Esto obliga a quienes reciben remesas a cambiar su dinero a dólares, asumiendo pérdidas por conversiones y tasas de cambio infladas, mientras el Estado mantiene el monopolio sobre el flujo de divisas.
En paralelo, el gobierno ha impulsado la apertura de tiendas que operan exclusivamente en dólares, justificándolo como una estrategia para captar divisas y controlar el mercado informal. Sin embargo, esta medida agrava la desigualdad económica y empuja a una parte considerable de la población a la marginalidad, al no contar con medios para acceder a productos de primera necesidad.
El modelo económico impuesto con la tarjeta Clásica y las tiendas en dólares evidencia la consolidación de una economía dual donde los ciudadanos sin acceso a moneda extranjera quedan relegados.
Mientras GAESA sigue expandiendo su control financiero, la población enfrenta una creciente precarización económica sin soluciones estructurales a la vista.
Expertos y sectores críticos alertan sobre las consecuencias de este esquema, que perpetúa la dependencia de remesas y el acceso desigual a divisas. En lugar de aplicar reformas que fortalezcan la economía, el gobierno opta por medidas que ahondan las brechas sociales y restringen las oportunidades de desarrollo para la mayoría de los cubanos.
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